Escribe Paco Mira:
SOMOS UNA FAMILIA
Una
familia, como todas, donde la perfección no existe, a pesar del modelo en el
que nos podemos mirar. Pero la grandeza de nuestra imperfección familiar es la
posibilidad de reconocer nuestro error (aunque en algunos casos lleguemos
tarde), e intentar subsanarlos. No hay como caerse y siempre tener una mano
cercana que te ayuda a levantarte. Pero lo intentamos.
Hoy el
relato evangélico es la realidad pura y dura de lo que estamos viviendo estos
días, con la DANA de Valencia. Sin querer queriendo muchos se han identificado
con la viuda del evangelio. Ella ha dado todo lo que tenía y probablemente se
ha quedado sin nada. ¡Cuántos voluntarios se han acercado a Valencia a dar todo
lo que tienen!.
No se
trata de ser mejor que nadie en cuanto a ofertar ayuda. Se trata de ayudar
desde el músculo que mueve todo aquello que hacemos y que llamamos corazón. A
veces, desde nuestra situación de bienestar, desde lo que no nos ha tocado de
cerca, no recuperamos las entrañas del sufrimiento ajeno y por ello damos de lo
que nos sobra. ¡Cuántas veces Cáritas ha tenido que decir que basta ya, porque
lo que donábamos era inservible!. El propio Jesús nos lo dice en el evangelio:
«los demás han dado de lo que les sobra... pero esta pobre mujer ha echado
todo lo que tenía para vivir».
La
familia, la Iglesia, no tiene por qué salir en la foto. Muchos voluntarios han
y se siguen dando desde el anonimato. Sin necesidad de tocar la campanilla que
anuncia donde estamos para tener que ayudar. Hoy día de nuestra Iglesia
Universal, pero también de nuestra Iglesia particular de Canarias, cuánta gente
que colabora, ayuda y participa en la vida de esta gran familia y que no sale
ni en la foto ni en los medios de comunicación social. En una familia nos
conocemos todos, aunque el trato sea más o menos frecuente.
Me temo
que en nuestra familia no nos conocemos todos y ante encuentros regulares,
muchos buscamos la excusa de no acudir porque preferimos criticar lo que
hacemos que aportar aquello que no queremos hacer: ¿cuántos conocemos a
nuestros catequistas que se ocupan de despertarnos en la fe a los grandes y
también a los chicos?. ¿cuántos conocemos a los que robándole tiempo a su
familia se dedican a los que menos tienen?. Gente de nuestra familia que hace
una labor altruista encomiable. ¿Cuántos conocemos a los que nos tienen la
Iglesia como un espejo, para que nuestra estancia en ella sea lo más agradable
y confortable posible?. Seguro que si no fuera así, las críticas por la
suciedad serían grandes, pero no cogeríamos una fregona o un cepillo para ello.
¿Cuántos conocemos a los que hacen que nuestras celebraciones dominicales o
diárias sean lo más asequibles posible?.
Es
curioso que toda esta familia la tenemos en casa y a muchos no los conocemos.
Dar de lo que tenemos y somos no es más que la realización de un compromiso por
Jesús y su evangelio.
A veces
nos quedamos en lo superficial y qué bueno sería que compartiéramos con
aquellos que conocemos menos. Probablemente los mayores de nuestra familia son
los que aprenden a valorar aquello que tenemos y somos. Por eso en nuestras
reuniones, cursos de formación... siempre – decimos – que solo van los mayores
y los más jóvenes, los que a veces no se mojan, son los que los critican.
Valoremos
nuestra familia, queramos a nuestra familia, con aciertos y con fallos, es la
que tenemos y la que sustenta nuestra fe. Jesús recomienda dar y compartir lo
que necesitamos para vivir: bienes, descanso, tiempo, esperanza, ilusión,
bondad.. Somos autónomos económicamente. Nos sustentamos con lo que aportamos. Las
palabras de Jesús nos invitan a preguntarnos si vivimos de lo que nos sobra o
compartir lo fundamental de nuestra vida. Somos, como decía Migueli un
auténtico mogollón y vamos a armar la de Dios.
Hasta la
próxima
Paco Mira