Escribe Paco Mira:
SIN DUDA: LO PEQUEÑO SE HACE GRANDE
Una de las cosas que
siempre me han maravillado del evangelio, es que no es una tesis de ingeniería
aeroespacial con tintes de física nuclear. Es decir que solamente lo entienden tres y los demás se lo creen porque no tienen
ni idea de ello. Pero el evangelio habla de lo que todo el mundo entiende, o
por lo menos tiene una idea de ello, no hace falta un master universitario para
ello, habla de pesca, de agricultura, de labores domésticas, de situaciones de
muerte y de vida en la propia vida, de salud y enfermedad, de alegrías, de
sinsabores, de ilusiones, esperanzas.... habla de la vida, de lo que vemos y
sentimos cada uno de nosotros en nuestras realidades concretas.

Se preguntarán que puede tener que ver
con nosotros y es que desde el año 33, desde que muere Jesús, hemos querido
hacer una religión enorme, poderosa, un cristianismo poseedor de una verdad
absoluta y que nadie nos puede rebatir y es curioso cómo el propio fundador
nace en la humildad y pequeñez de un pesebre. Es sin duda, el guión
programático del Padre: desde la base, desde la certeza de lo pequeño, donde lo
grande viene por añadidura y es donde arranca la credibilidad del cristiano.
Atrás quedan las etapas y las épocas de
las grandes cruzadas; atrás quedan - o eso quiero creer - las épocas de las
guerras de religión porque mi Dios - el Dios de todos - es más grande que el
del otro, cuando sabemos de antemano que es el mismo Dios hecho hombre,
entregado al servicio de los demás y que entregó su vida por amor, no por salir
en la portada de ninguna revista del corazón y que haya cobrado por la
exclusiva.

Miremos por una Iglesia del Papa
Francisco, como el pesebre de Belén: humilde, sencilla, sin grandes lujos, pero
con la sinceridad de quien está convencida de su misión y de su salida dentro
de sí misma. Y ojo, que la Iglesia no son grandes edificios, ni demasiados
curas... la iglesia es la responsabilidad de todos los que en su momento hemos
sido bautizados y que no es el privilegio de unos pocos.
Seamos mostaza; seamos levadura...
seamos lo pequeño que contribuye a que se haga grande. No seamos los grandes
que sabemos más que los pequeños. No nos olvidemos que mientras no nos hagamos
pequeños, las puertas del reino de los cielos no se abren demasiado aunque
estemos bautizados, vayamos a misa con frecuencia y tranquilicemos nuestras
conciencias.
Hasta la próxima
Paco Mira