Escribe Paco Mira:
PERO... ¿QUÉ
ES LA VERDAD?
Si vamos
al diccionario de la Real Academia de la Lengua, como conformidad de las
cosas con el concepto que de ellas forma la mente, es decir paralelismo
entre lo que pensamos y es. Por ello cuando sucede algún accidente, o se comete
un delito, o surge la noticia de un escándalo, un fraude, corrupción, se abre
una investigación para aclarar la verdad de lo ocurrido. El ser humano necesita
encontrar la verdad de los hechos, de la realidad, de sí mismo.
Pero
desde hace algún tiempo se ha acuñado el término posverdad, que signirica la
distorsión deliberada de una realidad, manipulando las creencias y emociones
con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. El ejercicio
de la posverdad genera tal nivel de confusión, nos encontramos con tantas ideas
y opiniones, que acabamos pensando que es imposible encontrar la verdad.
La mentira
es hoy uno de los presupuestos más firmes de nuestra convivencia social. El
mentir es aceptado como algo necesario tanto en el complejo mundo del quehacer
político y la información social como en la pequeña comedia de nuestras
relaciones personales de cada día. Se dirá que la mentira es necesaria para
actuar con eficacia en la construcción de una sociedad más libre y justa. Pero,
realmente, ¿hay alguien que pueda garantizar que estamos haciendo un mundo más
humano cuando desde los centros de poder se oculata la verdad, cuando entre
nosotros se utiliza la calumnia para destruir
al adversario, cuando se obliga a las masas sencillas a que sean
protagonistas de la historia desde una situación de engaño e ignorancia?.
En el
fondo de todo hombre hay una búsqueda de verdad. Y dificilmente se construirá
nada verdaderamente humano sobre la mentira y la falsedad. Una mala
interpretación del sentido de la fiesta que hoy celebramos ha hecho que se
piense en Jesucristo como un rey al estilo humano, representándolo con oro,
joyas, cetro, sentado en un trono, transmitiendo la idea de que por fin Cristo
se ha impuesto sobre tanto mal y caos como hay en el mundo y reina con fuerza,
poder y gloria para siempre.
Pero el
evangelio, en el diálogo que Jesús tiene con Pilato nos revela que la verdad es
el propio Jesús, porque es la encarnación del amor de Dios; un amor que ha sido
llevado hasta el extremo de la cruz, que es la prueba definitiva de la verdad
que es el propio Jesús. Por lo tanto celebrar a Jesucristo como Rey del
Universo, es celebrar y desear que en todas las realidades reine la Verdad. No
una verdad cualquiera o nuestra propia verdad, sino la única verdad, que es uno
de los distintivos del Reino de Dios.
Celebrar
a Jesucristo rey del universo, es desear que reine la verdad frente a tanta
posverdad que nos rodea; requiere aplicar en nuestra vida el criterio de
interpretación de la realidad que es Jesús y su evangelio. La verdad reina
cuando amamos como él nos ha amado, hasta el extremo; cuando actuamos desde el
servicio, cuando vivimos el perdón, cuando acogemos a los pecadores, los
últimos, los descartados, aquellos que no cuentan para nadie o son, para las
autoridades, una mercancía capaz de dar votos. La Verdad reina cuando llevamos
a la práctica las bienaventuranzas: la pobreza de espíritu, la humildad, la
misericordia, el hambre y sed de justicia, el trabao por la paz...
Celebrar
a Jesucristo Rey del Universo nos enseña a evitar que reine la posverdad,
porque la verdad no está en el fraude, la manipulación y el egoismo, en la
injusticia, la opresión, la violencia, la mentira. Hoy somos invitados a sembrar
los vaores del Reino en cada circunstancia, tiempo y lugar: familia, trabajo,
amistades, en el pueblo... En definitiva el Reino de Jesús, nuestro Reino no es
de este mundo, pero empieza en este mundo. Quizás nosotros tendremos que
responder con nuestras actitudes a la pregunta de Pilato: ¿qué es la verdad?.
Hasta la
próxima
Paco Mira