Escribe Paco Mira:
EL AMOR ES LO
ÚNICO
Hace unos días contacté con unos profesionales para realizar unas reparaciones en mi casa. Tras concretar el día y hora en que vendrían a hacer los trabajos, me pidieron: ‘Mándenos su ubicación’. Antes, cuando teníamos que encontrarnos con alguien, le pedíamos la dirección, pero hoy en día, con las nuevas tecnologías, se pide la ubicación, que señala el emplazamiento físico de algo o alguien, y podemos ver en el móvil por dónde ir y si estamos cerca o lejos del destino.
Para que
sepamos por dónde ir, hoy Jesús también nos envía ‘la ubicación’ del Reino. Un
escriba se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Qué mandamiento es el primero de
todos?”. Ciertamente, este escriba ya conocía el mandamiento que hemos
escuchado en la 1ª lectura: “Amarás al Señor, tu Dios, con
todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas”. Pero, según la
tradición judía, la Torá (el conjunto de los cinco primeros libros de la
Biblia) contiene 613 mandamientos, y por eso quiere conocer el itinerario
correcto para llegar al encuentro con Dios.
Jesús le
responde que, efectivamente, «el primero es: amarás al Señor, tu Dios, con todo
tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser». Pero, para
darle la ubicación precisa y que no se pierda en la maraña de mandamientos y
preceptos, añade un segundo mandamiento tomado del Levítico, «amarás a tu
prójimo como a ti mismo. No hay mandamiento mayor que estos».
El amor
no está en el mismo plano que otros deberes. No es una norma más, perdida entre
otras normas más o menos importantes. Amar es la única forma sana de vivir ante
Dios y ante las personas. Si en la política o en la religión, en la vida social
o en el comportamiento individual, hay algo que no se deduce del amor o va
contra él, no sirve para construir una vida humana. Sin amor no hay progreso.
Se puede
vaciar de Dios la política y decir que basta de pensar en el prójimo. Se puede
vaciar del prójimo la religión y decir que lo decisivo es servir a Dios. Para
Jesús, Dios y el prójimo son inseparables. No es posible amar a Dios y
desentenderse del hermano.
No hay un
ámbito sagrado en el que nos podamos ver a solas con Dios, ignorando a los
demás. No es posible adorar a Dios en el fondo del alma y vivir olvidado y
olvidando a los que sufren. El amor a Dios, Padre de todos, que excluye al
prójimo se reduce a mentira.
Hoy Jesús
nos recuerda cuál es la ubicación del Reino de Dios. Nos corresponde comprobar
si estamos yendo por el buen camino, y si estamos cerca o lejos del reino,
evaluando nuestro amor tanto a Dios como a los hermanos. A veces nos centramos
mucho en devociones de piedad, en el culto a Dios, en una fe intimista, en una
espiritualidad desencarnada, y del compromiso cristiano lo dejamos para un
lugar secundario. Pero también al revés: caemos en el activismo, en múltiples
compromisos y descuidamos nuestra relación con Dios, no descubrimos la
necesidad de la oración, de la formación de la participación en la eucaristía,
etc....
La
ubicación del Reino de Dios que nos ha dado Jesús, con esas coordenadas del
amor a Dios y al prójimo como a uno mismo nos recuerda que el camino hacia el
encuentro con Dios se recorre amando a Dios sobre todas las cosas, pero ese
amor no queda encerrado en nosotros mismos, sino que, teniéndolo como fuente,
nos entregamos al prójimo, amándolo como a nosotros mismos para que también
pueda conocer y vivir lo que nosotros hemos conocido y disfrutamos.
Hasta la
próxima
Paco Mira