Hay un refrán que
dice que ojos que no ven… corazón que no siente. Pero no crean ustedes que todos los refranes dicen la verdad.
Quiero hablarles hoy un poco del cura
cieguito de Ingenio, así se le conocía. Se llamaba don José Pérez. Y, a pesar de que era ciego, vaya si sentía y si veía…los corazones.
Siendo yo todavía un
chiquillo, hice muchas veces de lazarillo suyo acompañándolo de la iglesia a su
casa. Un día me dio a elegir entre la estampa de un santo o unas monedas. Yo,
aunque la verdad prefería el dinero, pensé que a él le agradaría más que yo
eligiese la estampa. Y le dije, claro que me gustaba más la estampita. Pero él,
tan conocedor de los interiores, me entregó la imagen de un santo, las monedas
y estas palabras:
-Ya sé que quieres más el dinero, pero llévate también la estampa y
no te olvides de rezar.
Muchas veces me
llamó, como a otros muchachos de mi edad, para que, en su casa, le leyese
libros de su interés sobre teología o moral. Yo, a las pocas horas, me aburría
leyendo aquello que no entendía. Pero él lo percibía rápidamente. Y me hacía
interrumpir la lectura, me explicaba algunos de los textos leídos y me entretenía con algo que él practicaba mucho: juegos de
palabras, adivinanzas y trabalenguas. Recuerdo a don José Pérez como el cura a quien sólo se le podía querer
y respetar. Don José no veía pero sentía
profundamente. Era capaz de ver más allá de lo que nuestros ojos perciben.
Al cura “cieguito” le
gustaba decir refranes. Cuando visitaba los colegios ponía a prueba a los
niños. Él decía la primera parte del refrán
y los niños teníamos que acabarlo.
“Dime con quién andas”, decía don José.
-“ Y te diré quién eres”, repetían los chiquillos.
- “Quien a buen árbol se arrima”… Era la voz serena y pausada de
don José. Y el clamor de los chiquillos, casi sin dejarle acabar:
-“Buena sombra le cobija”.
No recuerdo que nunca nos
dijera aquel refrán de “Ojos que no ven…
porque seguro que no hubiéramos
acertado. Conociendo a don José habríamos respondido con toda seguridad:
-“Ojos que no ven… Corazón que siente más.
Don José Pérez, el cura cieguito de Ingenio, sentía y percibía como
nadie el interior de las personas. “Lo esencial, decía el zorro al Principito,
es invisible a los ojos”. Por eso don José conocía, sobre todo, lo esencial de
cada persona. Él veía con el corazón.
CANCIÓN SI ME FALTA EL AMOR
ENLACE DEL AUDIO EN RADIO 10 INGENIO