Escribe
Paco Mira:
LOS POBRES, EL MEJOR
TALENTO PARA NO ENTERRAR LA VIDA
Hace unos meses, el Ministerio de
Igualdad presentó una aplicación informática para repartir de forma
corresponsable las tareas domésticas y de cuidados, y que no se dé por hecho
que ha de ser un miembro de la familia el que siempre realice determinados trabajos.
Aunque esta palabra no es nueva, el concepto de corresponsabilidad va tomando
fuerza en muchos ámbitos, también en la Iglesia. De hecho, uno de los temas
prioritarios del Sínodo Universal, que se clausuró el pasado 29 de Octubre fue
la «corresponsabilidad en la misión». Muchos miembros de la Iglesia dan
por hecho que la misión tienen que realizarla solo algunos miembros de la
Iglesia.
Además de dar por hecho que son
otros los que tienen que realizar la misión evangelizadora, cuando se nos
propone que participemos de algún modo solemos poner excusas, porque creemos no
ser capaces y que nos va a caer encima un trabajo enorme que va a ser una
carga. Por eso Jesús nos ha mostrado lo que significa la corresponsabilidad,
con la parábola de los talentos: Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus
siervos y les dejó a cargo de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos, a otro
dos, a otro uno, cada cual según su capacidad”.
Jesús nos enseña que quien nos pide ser corresponsables
en la misión no es el cura u otra persona de la Iglesia: es Dios quien nos lo
pide porque quiere contar con nosotros y porque además confía en nosotros. Nos
enseña que en la misión no estamos solos: Dios llama también a otros miembros
de la comunidad parroquial a la misión común.
Dios no nos pide imposibles: Dios
reparte los talentos a cada cual según su capacidad y no hay unas tareas más
importantes que las otras. Los talentos abarcan lo espiritual y lo material (relaciones,
habilidades). Cada uno tenemos unos talentos y por ello la corresponsabilidad
abarca todas las facetas de la vida.
Cuando damos por echo que la misión
es cosa de otros y no asumimos nuestra responsabilidad, estamos actuando como
el tercer siervo, que sintió miedo y escondió su talento bajo tierra y se lleva
una reprimenda porque no hemos respondido a la confianza de Dios. Como los dos
primeros siervos, tenemos que negociar nuestros talentos.
A lo largo del tiempo hemos
identificado nuestra religión como creencias y prácticas para protegernos
contra Dios. Esa tipo de religión solo produce miedo y Dios es un Padre al que
no debemos tenerle miedo. Por eso Jesús imagina a sus seguidores como creyentes
audaces dispuestos a correr riesgos y superar dificultades que son muchas.
El tercer siervo es condenado, no
por hacer algo malo, sino por enterrar los talentos que se le han confiado.
Quien solo busca cuidar su vida, protegerla y defenderla, la echa a perder.
Quien no sigue las aspiraciones más nobles de su corazón por miedo a fracasar,
ya está fracasando. Quien no toma iniciativa para no equivocarse, ya está
equivocado. Quien solo se dedica a conservar su virtud y su fe, corre el riesgo
de enterrar su vida. Al final no habremos cometido grandes errores, pero no
habremos vivido.
Jesús es una invitación a vivir
intensamente. A lo único que hemos de temer es a vivir siempre con miedo y sin
arriesgarnos, con temor a salirnos de lo correcto (a veces en nuestras
comunidades damos lecciones equivocadas de lo que los demás tienen que hacer).
Hoy más que nunca tenemos que negociar
con nuestros talentos en la VII jornada mundial del pobre (“no apartes tu
rostro de ningún pobre” (Tob 4,7). Ante un pobre no podemos volver la
mirada hacia otra parte porque eso nos impedirá encontrarnos con el rostro de
Jesús; los pobres necesitan con mayor urgencia nuesta humanidad, nuestro
corazón abierto al amor. Estamos llamados a descubrir a Cristo en ellos, a
prestarle nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus amigos, a
escucharlos a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios
quiere comunicarnos a través de ellos.
La fe nos enseña que cada uno de los
pobres es hijo de Dios y que en él o en ella esá Cristo: cada vez que lo
hicieron con uno de estos mis pequeños hermanos, lo hicieron conmigo.
Si enterramos el talento, estamos
enterrando la vida, la nuestra, la de los demás y en especial este fin de
semana, la de los pobres.
Hasta la próxima
Paco Mira