Diario de un cura:

 LA PALMA: UN MILAGRO PARA

SU RESTAURACIÓN

Me está costando mucho mirar cada día cómo se destruye la Isla de La Palma. Hiere profundamente la imagen de una lava devoradora que destruye; que arrasa lo que los hombres y mujeres de La Palma levantaron con tanto sacrificio y cariño.   Y ni siquiera podemos desahogarnos culpando a nadie de este desastre.  Nos queda llorar y preguntarnos qué podemos hacer ahora.

Algunas personas me sugieren que pida un milagro. Y yo creo en el poder de la oración. Pero me cuesta mucho pedir milagros, pedir que la Naturaleza se comporte de un modo diferente. Tal vez hay que pedirlo pero esta fe no es tan grande.  Me gustaría que fuera posible restablecer  los campos de fútbol, las iglesias, los colegios, las fincas de plataneras y las tan queridas viviendas que el volcán ha escondido  bajo sus cenizas. Tampoco voy a pedir a Dios ni a la Virgen que lo haga. 

Lo que sí pido es que entre todos seamos capaces de restaurar esta Isla bonita y querida. Que podamos sanar todas las heridas  que está dejando este volcán destructor.

Hace unos meses se descubrió que la imagen más querida y valiosa   de una de mis parroquias necesitaba ser restaurada con urgencia o se perdería para siempre. Se informó a la gente. Y muchos creyentes dijeron enseguida:

-Vamos a buscar el dinero para restaurarla.

Nadie me propuso pedir un milagro.

Y cuando pasaron los meses y Amparo Caballero, la restauradora, nos trajo la imagen ya “curada”, limpia y alegre como siempre, dimos gracias a Dios porque con la colaboración del pueblo y alguna institución y el buen hacer de una profesional,  hubo milagro.

Me pongo de rodillas ante la imagen restaurada  de la Virgen de Candelaria de Ingenio y le digo que interceda ante Dios para que sea posible que, con la misma fe, pongamos en común nuestras voluntades y nuestros dineros. El milagro vendrá, debe venir. Lo creo y lo espero.   Para que vuelvan las clases, el deporte, las catequesis, las fiestas, las reuniones familiares y la tranquilidad a La Palma. Que esos nombres que ya forman parte de nuestro vocabulario y nuestro cariño  como  Todoque, La Laguna, Tazacorte, Los Llanos o El Paso resurjan de sus cenizas y podamos valorar la grandeza de Dios y de la   Naturaleza. Y la grandeza de todas las personas que no sólo lamentan y lloran sino que echan una mano.  Como  La señora que me llamó por teléfono para decirme:

-Hace unos meses empecé a ahorrar para viajar con mi marido a La Palma el próximo verano. Pero como ha pasado esto,  le voy a enviar el dinero que tenemos guardado para que usted lo mande para ayudar a los que se han quedado sin nada.

Creo en los milagros, claro que sí.