Escribe Paco Mira:

RUIDOS, LOS JUSTOS Y NECESARIOS

 

 


    Recuerdo que cuando nos dejaron confinados, el año pasado, el silencio era no se si estremecedor o era revelador: el ruido era el justo y necesario, apenas - en casa- hablábamos alto, nos asomábamos a las ventanas hasta con miedo, veíamos a los soldados patrullar las calles y nos asombrábamos... incluso los comentarios comparativos con los países que estaban en guerra, nos hacían ver cómo eran las cosas en aquellos lugares. El silencio solamente era roto al atardecer, con una canción y un ratito de aplausos. He de confesar que a algunos, alguna lágrima les caía cuando llegaba ese momento.

Claro, estamos viviendo en una sociedad en la que lo que predomina es el ruido: gritos, anuncios publicitarios con megafonía en los centros comerciales, incluso en los aeropuertos es tal el bullicio que los anuncios de megafonía no se oyen; gritos en los colegios... vivimos en una sociedad de ruido, de bullicio, de música a toda pastilla, de correcciones a los hijos con amenaza en la voz...pero ¿a dónde vamos a parar?.

Con todo este bullicio, cuando alguien te habla en un tono normal, lo lógico es que le digamos, ¿pero qué dices?, habla claro que no te entiendo. Probablemente alguno te dirá que si tienes problemas de audición.

El evangelio de este fin de semana nos habla de escuchar en el silencio y para ello tenemos que hacerlo. Las autoridades dicen que se esfuerzan en decir que hay que guardar la distancia de seguridad para evitar contagios y hay quien graba y cuelga en las redes sociales lo totalmente contrario. Jesús le pregunta a sus amigos, vosotros, ¿tampoco lo entendéis?. Y es que tengo que darle la razón, yo tampoco lo entiendo.

Pero no es que no quiera entenderlo, es que no quiero encontrar el lugar, el momento, la ocasión... para entenderlo. Que pena me da que el propio Jesús nos da infinidad de posibilidades y nosotros preferimos el ruido, el botellón, la no mascarilla y la fiesta aún a costa de los demás.

Hoy, más que nunca, Jesús nos sigue invitando a hacer silencio para poder escucharle. Hoy más que nunca nos invita  en la alegría del verano, a encontrar el lugar, el espacio, el momento, para decirle aquí estoy para hacer tu voluntad, aquí me tienes haz de mí lo que quieras, que puedo aprovechar las vacaciones y acordarme de tí.

Tengo un amigo que me preguntaba no hace mucho, oye, en verano ¿celebras la eucaristía?. Yo le respondí que sí, y él me dijo: no, por Dios, yo descanso en el verano. Mi amigo es el reflejo de quienes tienen que dar ejemplo en su catequesis anual, en su vida de fe, en su compromiso ante los demás como ejemplo de testimonio de aquello que creemos. Ahora bien, si los que estamos dentro preferimos el ruido al silencio de quien nos conforta, no podemos dar de aquello que no tenemos.

Es por ello que ruidos los justos y necesarios dentro del compromiso que nos atañe. Los ruidos han de ser los que oímos cuando nos tocan en la puerta de nuestro corazón para escuchar la palabra de Jesús. Ruidos son los que nos susurran en la cercanía del corazón inquieto y latente para difundir el mensaje que nos ocupa y preocupa.

Amigos, ojala que el verano, sea el mejor aliado para no tener disculpas de no hacer aquello que decimos que creemos. Ruidos, sí, pero los justos

      Por cierto Feliz Verano

         Hasta la próxima

         Paco Mira

 

 

 

MANOLO GARCÍA INVITA TAMBIÉN AL SILENCIO EN ESTA CANCIÓN

https://youtu.be/Xf6U9g8PJs8

 

Vuela al viento espuma del mar,

vuela al viento y vuélvelo a volar.

Mezcla el mundo, ruge mistral,

mezcla el mundo y mézclanos con él.

Ahórrate esas palabras de amor

que nadie va a comprender,

ni tan sólo yo.

Si lo que vas a decir

no es más bello que el silencio,

no lo vayas a decir.

Que hable el mundo y calle el hombre,

calle el hombre y vuélvase a callar: