Escribe Paco Mira:
CONSEJO PASTORAL DIOCESANO: SINODALIDAD
Pues ya llevábamos tiempo sin él. Como sabemos
todos, el Consejo Pastoral Diocesano es el mayor órgano consultivo que tiene el
Obispo en una Diócesis. Es un órgano de apoyo y corresponsabilidad en la
función y en la tarea que pastorear que tiene el Obispo. ¡Cuánto lo echábamos
en falta!. Y yo lo echaba en falta, porque ahora, más que nunca, se trata de
remar todos juntos en la misma dirección, de buscar alternativas a las
tempestades de la vida, de salir juntos de las dificultades que la pandemia nos
ha ocasionado y que probablemente con el paso del tiempo hasta seguro que le
damos las gracias. No gracias por las desgracias, gracias por abrirnos los
ojos.
Este fin de semana muchos vamos
a tener ilusión y esperanza en que las cosas tienen que seguir funcionando, y
las que dejaron de hacerlo si sirven y son buenas, pues hay que reactivarlas.
Cruzarnos de brazos no tiene sentido en una sociedad y en un mundo en el que la
rapidez es la norma básica de funcionamiento y el que no se apunte a ello no
volverá a subir al tren de la vida. La Iglesia tiene que estar en ese
tren; la Iglesia Diocesana tiene que
tener el impulso necesario para no quedar a remolque de los acontecimientos y
como decía el Concilio, dar respuesta a los signos de los tiempos y ¡vaya si
ahora hay signos y tiempos!
Se nos pregunta en el Consejo
Pastoral Diocesano, ¿qué proyectos y
acciones pastorales proponemos?. Me gusta la pregunta, porque la respuesta
tiene que ser de todos y para todos, no de uno para los demás. Me gusta la
pregunta porque entre todos caminamos juntos, vamos haciendo camino al andar, y
ojala que tengamos la valentía - cuando corresponda - de cruzar a la otra
orilla para encontrarnos con los que más nos necesitan, sabiendo que para ellos
somos el testimonio vivo de un tal Jesús de Nazaret.
El Consejo tiene que ser la
expresión viva de la Sinodalidad. El próximo año se celebrará un Sínodo sobre
ella. Y esa palabreja que parece tan complicada es la que vamos a realizar en
el Consejo: caminar juntos. Es lo que quiere el Papa para su querida, nuestra
querida Iglesia; es lo que intuyo que quiere D. José para su querida, nuestra
querida Iglesia Diocesana de Canarias.
Ninguno que los que vayamos al
consejo entiendo que hablamos en nombre propio. Cuando Pedro se levantaba en
medio de la asamblea, decía tened a bien
seguro que no hablo en nombre propio; nosotros hemos de hablar en nombre de
todas y cada una de nuestras comunidades, de nuestros movimientos, de los
secretariados, del pueblo llano y sencillo.
Un pueblo llano y sencillo que
en muchos de los casos ve con incertidumbre e incluso con temor el vaciamiento
de nuestras comunidades. ¡Qué curioso que el evangelio de este fin de semana,
nos habla del acercamiento de los alejados!: un centurión, una mujer con sus
problemas y dificultades.... en definitiva los problemas y dificultades de la
vida misma.
Pablo, en su carta a la
comunidad de Corinto, habla de la generosidad de Jesucristo. Cuando acabe el
Consejo, seamos generosos e informemos con entusiasmo y alegría de aquello que
queremos para nosotros mismos. Propongamos, pero con los pies en el suelo. No
abarquemos aquello que no podamos dar del todo. Vayamos, como algún entrenador
de fútbol manifiesta, pasito a pasito, no a largo plazo. ¿Se acuerdan del
Sínodo de 1992?. Muchas de sus páginas, llenas de polvo, están esperando con la
ilusión de entonces, a llevarse a la práctica.
Quiero hacer un guiño a
nuestros abuelos. También tenemos que tener sinodalidad con ellos: caminar
juntos, achucharlos, mimarlos... no sintamos lo que pudimos hacer por y con
ellos y no hicimos. Ya hablaremos de ellos. Gracias, abuelos
Hasta la próxima
Paco Mira