DIARIO DE UN CURA:
TIMOS, ESTAFAS Y OTROS ENGAÑOS
Hace
unos días, a la una de la madrugada,
sonó el teléfono de la casa parroquial:
-Padre
vivo en su parroquia y necesito que me ayude a pagar el viaje a Fuerteventura
pues se ha muerto mi padre. A las pocas preguntas que le hice, el hombre fue notando que no me lo estaba creyendo… y
colgó. Al día siguiente, otros
sacerdotes del sureste me contaron que también ellos habían recibido la llamada
con parecidos argumentos.
La
verdad que tengo una gran experiencia en sufrir intentos de timo, engaños y estafas.
A veces he caído en la trampa y otras he podido escapar. Y eso que uno está
convencido de que es mejor equivocarse y
ayudar antes que dejar desamparado a alguien por culpa de la desconfianza.
Todos los
curas hemos sido timados alguna vez o por lo menos lo han intentado. Lo bueno
es que, gracias a eso, tenemos anécdotas que contar y un máster gratuito sobre el tema.
En una
parroquia del norte de la Isla un hombre
casado engañó a su párroco diciendo que era soltero para poder casarse con otra muchacha que había conocido
en el Sur. Y una madre falsificó el certificado de nacimiento de su hija para
intentar adelantar en un año la primera comunión. Menos mal que la caligrafía
que usaron les delató muy pronto.
Hace algunos meses, varios curas recibimos
un mensaje del teléfono de un compañero.
Nos contaba que estaba atravesando una
muy mala situación y nos pedía que le
prestáramos un dinerillo y lo pusiéramos en su cuenta. ¿Cómo íbamos a decirle
que no al bueno de Paco Martel?
Y es que alguien le
había robado el móvil y lo aprovechó para
conseguir unos cuantiosos beneficios.
Recibí
un correo de una señora de Estados
Unidos que dice ser muy rica y quiere hacer una importante donación. Y mira por
donde, se acordó de esta parroquia para
ofrecer una cantidad súper millonaria para obras de Caridad. Sólo que, para los trámites había que mandarle antes unos miles de euros….
A un
compañero le llamó un señor diciendo que
era sacerdote de no sé qué lugar y que si le permitía alojarse unos días en su
casa. El cura, tan hospitalario, le dijo que sí y le preparó una
habitación. Hasta que al día siguiente
el falso cura desapareció llevándose algunos objetos de la casa parroquial.
Y el
párroco de un pueblo vecino recibió la
visita de un señor que quería regalarle
un saco de papas. Venía rápido, como todos los que quieren estafar. Y al salir
le dijo que el saco lo había dejado en
el taxi que lo trajo y que le estaba esperando. Y que, como se le olvidó la
cartera, si le podía dar unos euros para pagar al taxista. Se los dio,
claro. De esto hace ya unos años.
Todavía no han llegado las papas.
Y así
podría seguir mi diario contando otras historias tan reales como estas.
Mariano
Medina es un sacerdote aruquense y bastante experimentado. Él me dice que, cuando alguien se presenta diciendo “me han hablado muy bien
de usted, porque dice que es muy comprensivo, muy carititivo, que la gente le
quiere mucho, etc. enseguida pone la
dinámica de la defensa. Porque sabe que,
después de los elogios, viene el sablazo o una petición imposible.
Mariano,
sabe más el diablo por viejo que por diablo.
Pero
hay otras estafas disimuladas, finas, de las que es imposible escapar.
Por
ejemplo la de los bancos. Cuando ingresamos las monedas recogidas en las colectas de las misas del
fin de semana, debemos llevarlas contadas, separadas, en blister… ¡Y por
ingresar calderilla nos cobran 9 euros cada semana!
Aunque
no sólo nos estafan a nosotros los curas. Y si no, cuando acabe este mes, echen
un vistazo al recibo de la luz y ya me dirán. Lo malo que esta vez, todos
caeremos. Aunque hayamos puesto la lavadora a las 2 de la madrugada.