Escribe
Paco Mira:
BUENO, Y AHORA ¿QUÉ?
Creo que todos tenemos la
experiencia de hacer o ir de viaje. Cuando uno era pequeño - incluso en las
excursiones del colegio o del instituto - recuerdo que mi madre, no sin cierto
temor de que me pudiera pasar algo, me recordaba todos lo que tenía que hacer: hazle caso al profe, no cruces por donde no
debas, no te alejes mucho de tus compañeros....La cara de mi madre, si
pudiera era la de decirme que no fuera de excursión y eso que a mí me hacía una
ilusión tremenda. Cuando fueron pasando los años y he ido de viaje, o me ido a
estudiar fuera, ... mi madre seguía siendo la misma, pero ya en otro tono:
¿cogiste el paraguas?, ¿cogiste el neceser de aseo?, ¿cogiste ropa de abrigo?,
etc... Siempre terminaba con la misma
frase: que no se te olvide nada. Parecía
que ella se metía en la maleta para que no se me olvidara nada. Claro, el
problema venía cuando ya estaba solo y tenía que apañármelas por mi cuenta.
Pero todo se aprende en la vida. Ahora si tengo que hacer una
maleta, apunto en un papel todo lo que tengo que llevar para que no se me
olvide nada. Seguro que el papel tiene el nombre de mi madre, que en la sombra,
me sigue diciendo que no se me olvide nada.
Es curioso como las lecturas de este finde, son el recordatorio
de lo que tenemos que hacer y que no se nos olvide nada, es como la maleta de
la fe. Celebra la iglesia la ascensión del Señor. Ahora que está de moda las
misiones al espacio, muchos entienden que hay que mirar hacia arriba para verle
subir cual nave espacial que va a cualquier destino fuera de nuestras galaxias
Los discípulos le recuerdan a los hijos de Dios (Teófilos de la
vida), lo que hizo el gran Jesús pero para que no se les olvide ni a ellos ni a
las generaciones futuras. Recuerda lo que tenemos que meter en nuestra mochila
de la vida de fe, para que los que nos vean sepan a quien y cómo seguimos al
que merece la pena.
Claro, ¿qué podemos meter en nuestra mochila de fe?. Jesús lo
dejó bien claro: vayan al mundo entero y proclamen la buena noticia de Jesús.
Cada día que pasa nuestra mochila se va aflojando, de va vaciando de contenido
y por eso nos quedamos como bobos mirando al cielo y nos tienen que decir, que
no, que a Dios rezando, pero con el mazo
dando. Que la vida de Jesús, no es una vida de escaparate, de pasarela con
alfombra roja, sino una vida de entrega, de sacrificio, de vaciarse por y con
los demás, por eso la buena Noticia no siempre es bien acogida.
La ascensión no es una atracción de cualquiera de los parques
temáticos que están distribuidos por el mundo. La ascensión es que ya nadie nos
hace la maleta, que somos nosotros que tenemos que saber lo que metemos en
ella, lo que merece la pena y lo que no, los obstáculos que tenemos que
sortear, que ya tenemos que viajar solos porque ya somos mayores de edad.
La ascensión es saber afrontar la realidad de nuestra vida en
las circunstancias concretas de cada uno. Por eso comenzaba estas letras,
preguntándome, bueno, ahora ¿qué?.
Pues ahora viene la realidad, viene el testimonio que cada uno de nosotros tiene
que dar ante el mundo, viene la confrontación de vida con el testimonio
personal y comunitario, porque como le escribía Pablo a la comunidad de Efeso,
ojalá que Dios nos dé espíritu de sabiduría, que falta nos hace.
Amigos, la Pascua toca a su fin. Ojalá que no pase como que no
ha pasado nada. Hemos ido corriendo al sepulcro vacío y nos hemos felicitado
por ello, a sabiendas que la muerte no tenía la última palabra. Bueno, y ahora
¿qué?