Escribe Paco Mira:
AUTORIDAD NO ES LO MISMO QUE PODER
También es verdad que hay hoy en día
quien reivindica una sociedad de más autoridad, que se nos está yendo de las
manos, que a los jóvenes les hace falta un poco de mano dura, que una bofetada
a tiempo vendría de maravilla.... autoridad y poder.
Curiosamente, la liturgia de este fin
de semana nos habla de un Jesús que habla con autoridad. Pero no como los
letrados, los entendidos de la ley de aquella época, sino que sus palabras
liberaban a las personas de "espíritus malignos".
Es verdad, por otra parte, que estamos
viviendo una crisis de autoridad, la confianza que teníamos en las
instituciones parece que se nos está desvaneciendo, ya no es lo que era o lo
que nosotros creemos que tendría que ser. Incluso dentro de la propia Iglesia,
parece que estamos viviendo un tiempo de marejada en esa barca de Pedro, en la
que no sabemos hacia donde vamos ni como vamos.
Pero la autoridad de Jesús, es una autoridad
para fuertes y valientes. Es la autoridad que se acerca al pobre y oprimido por
el mal y le dice con energía que se calle y salga de ese hombre. Manda callar a
esas voces que no dejan que los hombres puedan encontrar se con Dios y consigo
mismo, poder recuperar el silencio en lo más profundo del ser humano.
No pocos de nosotros vivimos en nuestro
interior con imágenes falsas de Dios que les hacen vivir sin dignidad y sin
verdad. Viven con un Dios que extiende una sombra que amenaza y que controla un
Dios opresor.
Me pregunto si, en este tiempo también
de gran incertidumbre y quizás hasta de miedo, no es el momento de volvernos
hacia Jesús y empezar a enseñar como lo hacía él. La palabra de nuestra querida
Iglesia, nuestra palabra como discípulos que por el bautismo nos hemos
comprometido en esta maravillosa aventura, ha de ser y de nacer del amor real a
las personas, sean del color que sean y de la confesión religiosa que sea. Ha
de ser una palabra que hemos de decir después de una atenta escucha del
sufrimiento que hay en el mundo, no antes de escuchar al mundo. Ha de ser una
palabra capaz de acompañar la vida doliente del ser humano.
Necesitamos una palabra más liberada de
la seducción del poder y más cercana al Espíritu de Jesús. Una enseñanza que
nazca del respeto y de la estima positiva de las personas, que genere esperanza
y que cure heridas que hay muchas. No me gusta quedarme con la idea de una
Iglesia en la que solamente se escuche la palabra de los letrados y no la
palabra amable y cariñosa de quien acoge, escucha y ama.
Precisamente María, es el prototipo de
acogedora, que escucha y que ama, que bajo la advocación de la Candelaria cubre
con su manto no solamente al pueblo de Ingenio, ( y a todos los pueblos que la
tienen como patrona) sino a todos sus
hijos.
Amigos, hablemos con autoridad
coronaria (del corazón) y no con la de la ley, que esta mata.
Hasta la próxima
Paco Mira