Diario de un cura:
SANTOS DE ALMANAQUE
Fui a comprar a la tienda
de al lado y el dependiente, muy
educado, me ofreció un almanaque.
¿Cuál prefiere, el de San
Pancracio o San Judas Tadeo?
Tendría otros almanaques, seguro. Pero
como yo soy cura pensó que preferiría uno de santos.
-¿Y
no tiene algún paisaje?
El
hombre, un poco avergonzado por no acertar,
me trajo una preciosa vista de un pueblo de mar.
-Es
que este, le dije, me conecta mejor con Dios.
Y
el tendero se sonrió tranquilo.
Y no es que yo tenga nada contra los cuadros o imágenes de
santos, qué va. Pero no siempre mis gustos coinciden con el estilo con el que
se les representa. Es más, algunos hasta me parecen ofensivos. Porque los santos igual que la Virgen María,
eran personas normales, no figurines como a veces se les dibuja. Fueron Personas
que hablaban como cualquiera de nosotros, que tenían sus manías, sus defectos,
su humor y, por supuesto, muchas
virtudes. Como otra mucha gente que vive
en nuestro pueblo y hasta en nuestra misma calle.
Escribo
esto pensando que ahora, en unos días, se celebra a San Antonio Abad. Y es uno de
esos santos que me gustan. Tuve que estar de cura allí, en Tamaraceite, de
donde es patrono, para conocer y
acercarme un poco más a la vida de ese hombre que un día, escuchando el evangelio en una
misa, sintió la llamada a seguir a Jesús. Y le siguió.
Un ejemplo así, anima a valorar la oración, el silencio y el contacto
con la Naturaleza. No, no es un santo
que aparezca mucho en los calendarios. No “vende” mucho mi recordado santo abad.
Y hay otros como Santa Teresita o María Goretti o Francisco de Asís que en
determinados momentos han significado mucho en mi vida.
Pero,
la verdad, alegra contar con santos,
aunque todavía no canonizados, que
nacieron por aquí, muy cerca de donde vivo, en Gran Canaria. Tengo verdadera admiración por el beato Tomás
Morales, un sacerdote dominico nacido en Carrizal que con apenas 29 años fue
asesinado por causa de su fe. Un mártir
reconocido ya por la Iglesia. Un vecino ejemplar del mismo municipio.
Y pienso también en Antonio Vicente González, recientemente
nombrado Venerable. Nació en Agüimes y,
con 34 años, dio su vida
atendiendo a los contagiados de la peste
y del cólera en nuestra capital. Un sacerdote que sigue siendo estímulo para los que actualmente atienden a los que sufren
las consecuencias de la pandemia del Covid19. ¡Bendito Antonio Vicente!
Ayer volví a la
tienda vecina. Y el tendero sacó de nuevo un fleje de almanaques.
-
Ya sé que no
quiere santos, me dijo. ¿Y le gusta alguno de frases? Mire lo que pone este. Y
leyó en voz alta:
“No rece yo nunca
para estar libre de peligros, sino fortaleza para afrontarlos. No quiera yo que
se apaguen mis dolores, sino que sepa dominarlos mi corazón” (Tagore).
Ese sí me gusta, le dije. ¡ ”Tiene más razón que un
santo”!. Un santo… de los de almanaque!