Diario de un cura:

LA PALABRA DEL AÑO


Escribo esta página cuando faltan sólo unas horas para que muera 2020. Estoy mirando para atrás y  me vienen a la mente  muchos momentos de estos doce meses. Momentos  tristes pero  también otros muy dulces.  Me digo con Fito Páez: “¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a poner mi corazón”.

No  es fácil elegir una palabra que defina lo que ha sido  este año.  Tengo muchas y de todos los colores. La Fundación del Español Urgente  sí lo tuvo claro: Confinamiento es la palabra más significativa de 2020.   No sé si es también la mía o de  la gente de mis parroquias. Es cierto que significó mucho a nivel personal y social.  Confinamiento  para cuidar al otro, para no contagiar ni contagiarnos.  Confinamiento para  la reflexión, para el silencio  y la oración. En mi caso y  el de un pequeño grupo de la parroquia,  supuso  algo así como la experiencia  de las catacumbas, celebrando la eucaristía a puerta cerrada y manteniendo unidos  la llama de la fe y la esperanza.

Pero hubo otras palabras que también significaros mucho. Por ejemplo,   “transmitir”. En marzo, con la necesidad de comunicarnos,  aprendimos a utilizar los móviles como algo novedoso: Transmitir  misas y oraciones en directo nos hizo vivir mejor la experiencia de   comunidad. Y la palabra y su sentido permanecen hasta ahora. 

2020  nos robó reuniones, misas, fiestas, procesiones,  trabajo… y la vida y la salud de algunas personas.  Pero también nos regaló  reflexión,  solidaridad, amigos, fe, oración, paciencia y  aplausos.

Ahora, a punto de iniciar 2021  ando buscando, más que la palabra, el hecho que quiero para este año. Preferiría un año de menos palabras  y de más realidades positivas.  

Hablar menos de la vacuna…y vacunarnos

Menos tiquismiquis y más risas y humor.

Menos rezos y más oración.

Menos palabras …y más Palabra con mayúscula.

Menos tele y más diálogo.  

Más escuchar y menos hablar.

Mas máscarillas y menos distancia afectiva.

Más unión y menos individualismo.

Menos mentiras y más verdades.

Menos palabras ofensivas y más gestos de amor.

Menos políticos que se pelean e insultan  y más pelea por mejorar la sociedad.

 

Y si  hay que convertir en palabras los hechos,  me bastaría con una: Respeto.

Siento agradecimiento hacia   todas las personas que hicieron posible que 2020 no hay sido  sólo el año de la pandemia o el confinamiento sino también el año de la amistad, de la comprensión, de la confianza, de la familia, de la sonrisa, de la broma, del compartir, de la esperanza… 

La palabra del año 2021  empezará a escucharse muy pronto. Ya está en el aire. Ahora dependerá de nosotros.

Seamos gente de palabra.  ¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a poner mi corazón.

https://youtu.be/cg1FigbX6BM