Los curas de Agüimes e Ingenio nos llevamos muy bien. Y por eso hemos decidido compartir una reflexión cada semana del tiempo de Adviento que ahora empieza. Queremos vivir y transmitir esperanza en este tiempo cercano a la Navidad. Esperanza en seguir colaborando juntos y que nuestros pueblos y parroquias también lo hagan. Siempre lo hemos hecho así como también lo hacen los curas de Carrizal, Arinaga y Cruce de Arinaga. Somos un mismo arciprestazgo y queremos ser un signo de unidad que nos anime a todos.
Hace unas semanas te invitaba a hacer un portal original, no en un rincón de tu casa sino en tu corazón y con figuras que hablan. Espero que en este tiempo hayas aprendido del silencio y la bondad de José y de las actitudes de disponibilidad, servicio y alegría de María.
Hoy te propongo montar un árbol de navidad. Es posible que este año hayas renunciado a adornar tu casa, como siempre lo has hecho, porque no podrás reunirte con toda la familia y amigos, no recibirás tantas visitas y hasta no cantar villancicos para evitar contagios.
Anímate a montar un árbol de navidad que, también, sea original porque no será para adornar solo tu casa sino, sobre todo, tu vida. Está claro que estas navidades serán diferentes, pero puedes hacer cosas diferentes. No hace falta que saques el árbol que tienes guardado ni compres nuevos adornos. Los adornos los harás tú.
La primera bola que adornará tu árbol será de solidaridad. En esta navidad habrá más familias necesitadas y solas, enfermos en hospitales, inmigrantes con futuro incierto. Aporta un gesto de solidaridad para que sea navidad para todos.
Otra de cercanía. Aunque te dicen que guardes distancia, la mascarilla te dificulte besar, busca gestos, palabras, medios para mostrar tu cercanía a los de cerca y a los de lejos.
Pon bastantes bolas de alegría. El coronavirus no puede robarte la alegría propia de la navidad de tu corazón y de tu vida. La verdadera alegría de la navidad no depende solo de fiestas, villancicos y encuentros de familia y amigos. Por supuesto que mejor sería poder expresar la alegría cantando y brindando. Alégrate con los que te quieren, disfruta de todo lo que la vida te ofrece. Con una mirada optimista son muchos más los motivos que tenemos para alegrarnos que para entristecernos. Aprende a disfrutar de las pequeñas cosas. Y, sobre todo, alégrate porque nace Jesús que es la Buena Noticia, la razón de estas fiestas, la auténtica Navidad.
Coloca muchas más de amor y exprésalo con gestos de cariño, de comprensión, de amabilidad, delicadeza. Que sean las que más abunden y resalten. Mejor si, también, las colocas por muchos lugares de tu casa y hasta de la fachada y tu lugar de trabajo para que se note y se viva ambiente navideño.
No te olvides de poner adornos de perdón. La navidad invita a romper barreras, a quitar viejos rencores, a olvidar ofensas, a restablecer la unión con familiares, amigos y vecinos de los que pequeños tropiezos de la vida te han separado.
Y de estos adornos de perdón engancha los de paz. Solo en un corazón reconciliado, en una familia unida, en un mundo más justo nace la paz.
Pon también algunas bolas salteadas de fe, de confianza, de oración, de acción de gracias, de Dios. Te aseguro que, tal vez, serán los adornos más pequeños pero los que darán más colorido y vida.
Si te propones adornar tu árbol así en estas navidades, ayudarás a que no resulten tan extrañas y tristes. Te aseguro que será el árbol más bonito y lo podrás dejar montado para todos los días del nuevo año porque estos adornos van a contribuir a que seas más feliz en el Nuevo Año y siempre.
Tengo un amigo muy aficionado a la cocina. Justo lo contrario que yo. Gonzalo anda siempre creando nuevos platos y se divierte preparando comidas nuevas y dándolas a probar. Yo, en cambio, soy reacio a cualquier alimento que se salga de lo tradicional.
Esta semana me sorprendió Gonzalo.
-¿Sabes que voy a preparar para Esta Nochebuena? La Sopa de la Alegría. No te digo los condimentos porque va a ser una sorpresa. Pero te aseguro que va a gustar a todo el mundo.
-¿Pero no sabes, Gonzalo, que este año solamente podrás celebrar la Navidad con no más de cinco personas?
Sí, sí que lo sabe. Y es por eso mismo que se ha propuesto compartir con mucha gente su receta. Un condimento imprescindible, dice, es que la gente quiera quererse.
La sopa de la Alegría, pensé, tendría que probarse ya este domingo, Tercero de Adviento. Se le llama el Domingo de la Alegría. Como la sopa. Y aunque este año encontraremos limitaciones hasta para cenar con la familia, tendremos, seguro, muchos motivos para estar contentos. No nos reuniremos tantos como el año pasado, pero no porque se haya roto el afecto. Sino por todo lo contrario. Porque el cariño de la familia nos anima a hacer lo posible para evitar cualquier contagio que pueda robar la salud. Alegra poder compartir la fiesta con la familia y los amigos cuando es posible. Pero alegra mucho más no compartirla si eso pudiera perjudicar a una sola persona.
Estamos en la puerta de la Alegría. La Navidad es Dios que viene y ya está a la puerta. Y tenemos ganas de estar en paz. Y de llevarnos bien con todo el mundo. Y deseamos que nada enturbie nuestros deseos de felicidad.
Domingo de la Alegría.
Susa y Juan me enseñaron su belén a medio hacer. Con entusiasmo me fueron mostrando aquella casa, imitación de la que está en un barrio del pueblo; y el barranco que lleva el agua deseada para nuestra tierra; y la cuevita donde es fácil imaginar a una familia pobre pero alegre. Cada figura, cada montaña y cada río que uno coloca expresan actitudes que uno quiere vivir en esta Navidad.
Esta Navidad no es triste. Esta Navidad nos compromete a pensar más en los demás, a poner nuestra parte para que el mundo sea más feliz. Tendremos ya, hoy mismo, que sembrar el trigo del belén para que nazca y crezca todo lo bueno que el Espíritu de Dios ha puesto en nosotros: "Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios".
No sé si me comeré la Sopa de la Alegría de mi amigo Gonzalo. Pero estoy seguro de que este domingo saborearé la felicidad de que Dios está más cerca y será un verdadero Domingo de la Alegría.
Una de las ilusiones de este tiempo es hacer el portal. Ilusión que comparten niños, jóvenes y mayores. También hay belenistas, especialistas con originalidad y gusto para hacer belenes. Esta navidad, condicionados por el coronavirus, tal vez no tengamos tanta ilusión para hacer el belén en casa o nos animemos a hacer la ruta de los belenes. Pero sí habrá Nacimiento, sí habrá Navidad porque Jesús sigue naciendo, continúa empeñado en compartir su vida con nosotros, de hacerse uno como tú y como yo.
No sé si tú acostumbras a poner un pequeño portal en un rincón de tu casa o confeccionas un belén mayor. Puede que seas de los que prefieren adornar la casa con un bonito árbol de navidad o no hacer nada. En cualquier caso, te invito este año a hacer un pequeño portal. No tendrás que comprar nada ni buscar lugar donde colocarlo en casa. Te propongo hacer un portal en tu corazón. Y será un belén viviente, con pocas figuras, pero con unas figuras que no encontrarás en ningún otro portal porque son figuras que hablan. Sí, te hablan a ti, a mí y a todos los que quieran escuchar.
La primera figura a colocar es la de José, la de ese hombre bueno, que poco se sabe de él pero por lo que nos cuenta el evangelio jugó un papel importante. José nos habla de bondad. Fue un hombre bueno, no quiso, en ningún momento, hacer daño a María, prefirió guardar silencio para poder escuchar a Dios. También fue fiel a lo que Dios le fue pidiendo en cada momento.
Por tanto, José te habla de silencio, de buscar algunos ratos en este adviento para estar en silencio y poder escucharte a ti mismo y escuchar a Dios. Escuchar lo que Dios te puede estar pidiendo en este momento que vives. Apaga el móvil, busca un sitio tranquilo, deja hablar al corazón.
También te habla de bondad. Muchas veces no es fácil ser una persona buena. Una persona buena es la que no hace mal a nadie. Pero eso solo no basta. Ser bueno es dar bondad, poner de tu parte para que en tu alrededor se respire amabilidad, cariño, sonrisa, diálogo, confianza, perdón.
La segunda figura es María. Ella es más habladora que José porque te habla, en primero lugar, de fe. María se fio de Dios y no dudó en decirle que en su vida va a estar dispuesta a hacer lo que Él quiera. Y, por eso, te habla de alegría. Dios la hizo la mujer más feliz y, a pesar de que vivió una vida difícil, fue siempre feliz.
Y también te invita a luchar por conseguir un mundo mejor sin injusticias ni desigualdades, sin hambre ni miseria. Te invita al compromiso, a poner lo que esté de tu parte para que los que están a tu alrededor sean un poco más felices.
Te sigue hablando de servicio. María no presumió de ser la elegida como madre de Jesús, no salió en los periódicos ni corrió la noticia por el pueblo, sino que, en silencio y a prisa, fue a ayudar, a servir a su prima que esperaba un hijo. ´Fue una mujer siempre dispuesta a servir a todos y en todo.
No te olvides que estas figuras hablan. María te invita a relacionarte con Dios y fiarte de Dios, a ser feliz y a sembrar felicidad, a aprovechar cualquier momento o circunstancia para prestar un servicio a los demás.
Dos figuras más puedes colocar en el portal de tu corazón. Estas no hablan, son animales, la burra y el buey, pero dan calor, hacen más acogedora aquella cueva fría. Sin hablar ofrecen cercanía y cariño. Te dicen que, en estas navidades tan extrañas, tan frías, no pierdas oportunidad para tener gestos de cercanía, de cariño, de acogida, de todo lo que endulce y alegre la vida.
Y la última figura es Jesús, el Niño que te quiere decir todo de Dios, traerte la Buena Noticia, enseñarte a vivir y a ser feliz en esta Navidad y siempre. Él te irá hablando día a día.
Anímate en este adviento a hacer este portal, será el más bonito, el más original y el más auténtico. Y no tendrás que desmontarlo porque hará posible que siempre sea Navidad en tu vida.
Rvdo. Don Miguel Ant. Lantigua Barrera
Párroco de Agüimes
Raquel me contaba ayer que, en su empresa, anunciaron que antes de final de año va a haber más de quince despidos. Y yo le dije a Raquel:
-Te deseo un buen adviento.
Ella se quedó "en treinta y tres" y me miró con sorpresa, preguntándose: ¿Qué yo necesito un buen adviento? ¿Qué tiene que ver eso con que de repente me puedo quedar sin trabajo en estos momentos tan difíciles?
Adviento, tú lo sabes muy bien, Raquel, es la esperanza de que alguien va a venir y las cosas pueden ser mejores. Cada vez que uno recupera la ilusión, ansía algo o a alguien que le produce paz y alegría es Adviento. Y hay épocas, como esta de la pandemia, que uno necesita más que nunca un buen Adviento.
Mi amigo Antonio lleva más de un año en tiempo de adviento. Le detectaron un cáncer y el hombre anda sin perder la esperanza ni la alegría. Le han surgido muchas dificultades en esta etapa de su vida, pero intenta mantener la fortaleza interior. Es el duro adviento de Antonio. Un adviento que es útil, muy útil para la vida aunque pueda parecer lo contrario.
A Lidia la despidieron de su trabajo casi de un día para otro. El mundo se le vino encima porque tiene dos niñas a las que cuidar, dar de comer, vestir y animar. Pudo derrumbarse, pero no. Se quedó sin trabajo pero no sin fe, ilusiones y amigos. Y Lidia empezó un adviento duro pero lleno de esperanza.
-Alguna solución tendrá que aparecer, se dijo.
Y rezó y lloró y compartió con quien pudo. No está desesperada sino todo lo contrario.
Hay quien quiere vivir la Navidad sin pasar por el Adviento. Tremendo error. Hay quien quiere vivir la fiesta y comerse el turrón sin probar la dureza de la lucha, del esfuerzo y las limitaciones.
Sólo se saborea una Navidad feliz cuando se ha caminado por un adviento de esfuerzo, reflexión y oración; de preparación para recibir la alegría de que Jesús viene a nuestra vida.
Hoy enciendo la primera vela de la Corona de Adviento y pienso y pido a Dios por todos los que ahora mismo han perdido ilusiones, fe, trabajo, salud, amigos.
Te deseo un buen adviento, Raquel.