Escribe Paco Mira:
DE REY CON CETRO, CREO QUE POQUITO
Muchos, yo el primero, queremos quizás
que no se acabe ya el año, pero sí que se nos vaya esta penuria que estamos
pasando. Seguro que es la hora de volver la vista atrás, de cómo hemos
funcionado a lo largo de doce meses, de recorrer un camino de lo que pudimos
hacer y no hicimos y pedir perdón por lo errores cometidos, entre ellos la
propagación - en muchos casos - de un bichito llamado covid19. Ha sido un año en el que nos dejaron
infinidad de ancianos, de raíces familiares que han propagado nuestro árbol
genealógico, y a los que tanto debemos. Por ellos, sí deberíamos levantar una
copa y decirles gracias.
Seguro que también a lo largo de este
año alguno nos puede recordar algo similar a " tú no te acordarás, pero
hace años que me dijiste una cosa que me hizo mucho daño, y no se me ha
olvidado". La verdad que tenemos una memoria prodigiosa para recordar
aquello que pudimos haber hecho, pero que no hicimos, aquello que nos dijeron y
que no tuvimos la facultad de olvidar y de perdonar. Seguimos recordando con
dolor y acritud.
Pero claro, el covid19 también nos ha
recordado que hay que tener un hueco para hacer aquellas cosas que normalmente
hacemos, pero de otra manera, porque incluso a nivel de fe, ya no vale lo que
hacíamos como hasta ahora: ¿dónde quedan aquellas familias que iban con sus
hijos a compartir la fe los domingos?, ¿el virus les hizo perder la fe?. No me
lo creo. El distanciamiento social se ha convertido en la excusa barata para
abandonar lo que no teníamos bien agarrado.
"Vengan, benditos de mi
padre", eso es lo que nos dirá en
el mañana nuestro Padre Dios. Nos lo dirá a todos, pero nos exige consecuencia
en el hoy. No tenemos un Dios juez, un Dios fiscalizador de maldades, de
adversidades, .... tenemos un Dios amoroso de corazón enorme que abraza a sus
hijos porque les quiere y les ama y el deber de los hijos es la reciprocidad:
quererle y amarle.
Vamos a entrar en el adviento. Vamos a
cantarle a la esperanza. Esperanza de que las cosas pueden ser mejores e ir a
mejor, pero que también depende de todos y cada uno de nosotros en que eso se
convierta en realidad. El llanto y el rechinar de dientes es una forma de
animar a que las cosas pueden ser mejores de lo que son. Y eso es lo que
fomenta el ser cristiano. Nuestro Padre no es un Padre de calamidades, como los
profetas malos de antaño, sino un Padre de esperanza que cuenta con sus hijos
para que las cosas funcionen mejor de lo que están funcionando.
No hay un Cristo Rey a la usanza de lo
que conocemos. Cuando Pilato le pregunta si es Rey, se lo pregunta a un hombre
destrozado y humillado y de esos son los que no quiere la prensa del corazón,
porque no lleva cetro ni deja dinero en las televisiones que destripan al
personal, pero sí queremos nosotros
porque nos marca el Camino, porque es la Verdad y para nosotros es la Vida.
Amigos, FELIZ AÑO
Hasta la próxima
Paco Mira