Escribe Paco Mira:
CAROTAS HAY Y HA HABIDO MUCHOS
Hace algún tiempo se puso de moda algo que en
un principio dio bastante buen resultado a los amigos de la cara, de la poca
vergüenza, de no pensar en el trabajo y en las familias de quien se lo curran
con honradez... y la moda era simple: comer en un lugar - de mayor o menor lujo
-, pedir lo que en la carta se ofrecía y luego.... marchar sin pagar. Incluso
hubo quien les dio nombre, eran los "simpa",
pero no de simpáticos precisamente. Claro, gracias a Dios eso se fue erradicando
puesto que los que se ganaban el sudor honradamente, se pusieron las pilas,
manos a la obra, y denuncia al canto. A los primeros les salió bien, pero a
otros...
Ahora, con el coronavirus y sin afán de
entrar en política, también hay gente con cara, con poca vergüenza: No hay más
que ver las acciones irresponsables, de mucha cara y poca vergüenza de algunos
estudiantes de Salamanca, de Granada o de Valencia (no todos por supuesto), que
con sus fiestas están dando rienda suelta a aquello que queremos controlar y
que no queremos que se expanda. Pero también es de poca vergüenza, el manejo
político que se está dando a toda esta situación. Creo que lo que está pasando
en Madrid no es como para ir de fiesta. Los ciudadanos, ellos y nosotros, no
nos merecemos unos políticos que están más preocupados en los réditos
electorales y control político que en buscar una solución para la comunidad.
Esto genera división entre muchos y
casi es lo mismo que pretendían hacer con Jesús, según narra el evangelio de
este fin de semana. Más que la encerrona que pretenden hacer, Jesús propone
fomentar la cultura del respeto y del diálogo. Nuestros fariseos de hoy en día,
parece que a los ciudadanos nos quieren imbaucar una cultura de la división,
falta de diálogo y de respeto. Pero creo que es tiempo propicio para deponer
los odios y las luchas fraticidas y bajar todos al tajo de la construcción de
una nueva sociedad y de la búsqueda del bien común, aceptando y valorando las
aportaciones de los otros, aunque nuestras ideas difieran. Las víctimas y la
cantidad de gente que sufre demandan a quienes dirigen los pueblos la altura de
miras que destierre la mezquindad de lo mío para alumbrar un nosotros inclusivo
y generador de vida.
Jesús podría haber discutido que era
mejor "Dios que el César", pero no. Lejos de alimentar la carroña
farisaica, salió del paso, como en muchos de otros fragmentos del Evangelio,
que a cada uno hay que darle lo que le corresponde. No se trata de divisiones,
sino de complementariedad. A veces nosotros alimentamos ese tipo de división
innecesaria.
Ahora que estamos en una época de vacas
flacas, muchos de nuestros detractores, están al acecho para provocar
divisiones entre nosotros. Lejos debe quedar esa postura entre los que nos
consideramos seguidores de Jesús de Nazaret. Debemos buscar juntos la verdad en
el diálogo, en la conversación reposada o incluso en una discusión apasionada,
siempre que florezca la verdad. Es un camino perseverante que está lleno de
silencios y de sufrimientos.
Démosle al César lo que es del César y
a Dios lo que es de Dios, pero no le quitemos a cada uno, en nombre del otro,
lo que le corresponde. No seamos "simpas" de la fe, paguémosle a Dios
lo que le corresponde por convencimiento personal, por bautismo responsable y
por confirmación agradecida; no intentemos engañar a un Dios que es un Padre
que ama con locura a los hijos a los que mima, escucha y atiende.
Hasta la próxima
Paco Mira