Escribe Paco Mira:

 TODOS LOS VIAJES TIENEN ALGUNA INCERTIDUMBRE

                ¡A quien no le gusta viajar!. Creo que si hacemos una encuesta son pocos, muy pocos los que renieguen de la posibilidad de hacer algún viajito, no solo a lo largo de su vida, sino con cierta frecuencia: si puede ser todos los años, mejor que cada dos o tres años. Pero claro no todos los viajes son de la misma índole.
         Todos los pueblos tienen su propia sensibilidad: hay pueblos que les cuesta más salir de su casa; hay pueblos a los que no le importa salir con más frecuencia; hay pueblos que tienen que salir por obligación, .. pero todos los viajes tienen su pequeña o gran incertidumbre. Y si no que se lo pregunten a tantos y tantos familiares nuestros que en algún tiempo han tenido que viajar al extranjero, eso que se llamaba y se llama emigrantes, que se iban como comúnmente se dice "con una mano delante y otra atrás", es decir ,con lo puesto; con esa cara de asustados por no saber lo que se iban a encontrar... muchos, por desgracia, no volvieron y otros volvieron y con el sudor y las lágrimas del destierro fueron capaces aquí de sacar a su familia adelante.
         Pero también ha habido quienes han tenido que salir de su casa, viajar para estudiar, formarse, labrarse un futuro... y
 ¡ quien no recuerda esas lágrimas de una madre cuando ve partir a su hijo o hija hacia lo desconocido, aunque este sea o esté cercano!, ¡quién no recuerda el anuncio de "vuelve a casa por Navidad" que a tantos ha enternecido!. ¡Cuantos viajes tiene la vida, e incluso con finales distintos!
         Cuento todo esto, porque la liturgia de este fin de semana, habla de un viaje. Jesús se va. Vuelve a sus orígenes, va al lugar del que ha salido y que en más de una ocasión nos dice y recuerda que allí nos espera. Casi como un padre emigrante que le dice a su hijo, "si no puedes ahí, vente que yo aquí te consigo algo". Celebramos la Ascensión, uno de aquellos jueves reconvertidos a domingo que se nos enseñaba que había tres jueves en el año que relumbraban más que el sol. jueves santo, corpus y la ascensión.
         Pero claro, la Ascensión tiene letra pequeña, aquella que nadie o casi nadie lee, precisamente por eso, por ser pequeña. La letra pequeña de este domingo es la respuesta de los ángeles a los Apóstoles: "¿qué hacen mirando al cielo, varones sin alegría?". La vida continúa, tiene que continuar. Nunca debemos de bajar la guardia, lo que ahora nos toca es poner en práctica lo que hemos o lo que hemos dicho que habíamos aprendido.
         El hijo, cuando se va a estudiar, intenta poner en práctica todo lo que su madre le había enseñado, aunque se equivoque: la cama, la lavadora, pasar el cepillo o la fregona.... Nosotros a nivel evangélico, ¿qué aprendimos o estamos aprendiendo?. Siempre se dijo que la vida no era fácil y la pandemia nos ha puesto a prueba a todos. Probablemente en esta pandemia lo más fácil es no pararse a leer la letra pequeña porque hay "otras ocupaciones" que en teoría son más importantes.
         Alguno le diría a sus familiares: " te lo dije, no tendrías que haberte ido". Quizás muchos se lo dirían a Jesús que no tendría que haberse ido. Pero es la hora de nuestra mayoría de edad. Es la hora de afrontar la realidad de esta maravillosa aventura llamada vida. Es la hora de poner en práctica todo aquello que hemos aprendido y sobre todo que los que nos vean no digan que somos unos amargados de la vida o que somos unos varones sin alegría.
         Por que no nos olvidemos que aunque físicamente no le veamos, él estará con nosotros hasta el final de los tiempos
         Hasta la próxima
         Paco Mira