Escribe Paco Mira:

 CUADERNO DE CUARESMA: ¡QUÉ BIEN SE ESTÁ AQUÍ! 

Esta semana quiero compartir en mi cuaderno una actitud que cada vez menos se está dando en nuestras comunidades: el agradecimiento, la comodidad, las ganas de estar, el poder compartir con muchos que son como yo... En nuestras comunidades, en muchas de ellas, seguimos manteniendo esquemas que sirvieron para su momento, pero que en la actualidad en vez de acertar con la tecla, lo único que hacen es desafinar en una orquesta que cada vez, se me antoja, menos populosa. 
Nuestras comunidades, no  si son espacios de transfiguraciones. Claro, cuando soltamos una palabreja como esta sobre la marcha desconectamos porque no es una palabra que sea normal en nuestro vocabulario cotidiano. Cuando Jesús sube a lo alto del monte, ni los propios discípulos se enteraron de lo que allí había pasado, pero sí tenían claro una cosa: estaban a gusto y encima querían quedarse. Jesús daba la impresión de ser un visionario, aquel que adelanta lo que va a suceder en el futuro: ¡quien le iba a decir a él que el hombre viajaría a la luna! (ni siquiera se lo planteó); ¡quién le iba a decir que hablaríamos por un aparato llamado teléfono!... pero claro un visionario en sentido positivo, el que es capaz de anticipar lo que ahora no se da o no existe, pero, pero es razonable esperar que se produzca. 
Los discípulos, en el monte Tabor, fueron capaces de tener una vida con esperanza. Lo que allí vieron y vivieron fue la fuerza para dar la vida por aquel que les llenó de orgullo y que les hizo que dijeran:¡ qué bien se está aquí!. 
Creo que es la hora que nos preguntemos, a los discípulos de ahora, ¿qué nos pasa?. ¿Qué nos pasa que no somos capaces de decir ¡qué bien se está aquí!, sino que estamos mejor en cualquier otro lugar que al lado de aquel que entregó la vida por todos y cada uno de nosotros?. Seguro que este domingo se nos llenará la boca con el día de la mujer trabajadora e incluso a alguna manifestación iremos porque es de justicia reconocer que la mujer tiene los mismos derechos que los demás, incluso en nuestra querida, santa y pecadora Iglesia, pero seguiremos sin ser capaces de contagiar lo que de verdad nos une y nos alimenta. 
La Transfiguración cae en cuaresma. Cuaresma que tiene que ser el espejo en el que miremos nuestra situación personal y que nos tiene que llevar a tomar decisiones. Decisiones como las que tendrá que tomar el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal al que le vaticino un mandato nada fácil, pero que tiene todo mi apoyo si realmente lo intenta en la línea de Francisco, nuestro Papa. Tomar decisiones que a veces tienen que ser valientes. Quieren quitar nuestra presencia en la escuela pública, ante lo cual no podemos quedarnos callados o quietos. Después no nos podremos quejar. 
Pues ya vemos que tenemos una tarea por delante. Ojalá que en nuestras celebraciones, que en nuestros momentos de oración, en nuestros ratos de silencio en medio del bullicio, seamos capaces de pronunciar lo que Pedro dijo hace dos mil años: Maestro, ¡qué bien se está aquí!. Ojalá que nuestra alegría sea contagiosa; ojalá que nosotros también nos transfiguremos;  ojala que la sensación de beneplácito sea capaz de hacer pesar a todos los que nos vean y sobre todo que a los que estuvieron y por algún motivo ya no están, puedan volver al lugar de donde salieron. 

Feliz Cuaresma 
Hasta la próxima
Paco Mira