Escribe Paco Mira:
¡ SI YO FUERA RICO, DUBI,
DUBI...Y ¿SI FUERA POBRE?
Las crisis, a veces, son buenas, pero por lo general de bueno
tienen poco. Los últimos años que nos ha tocado parte de esa crisis, lo único
que hicieron fue aumentar las diferencias entre pobres y ricos. Estos no solo
no han perdido su poder adquisitivo, sino que han podido hacerse con
propiedades a bajo precio. El destino o futuro de los demás, les preocupa bien
poco. A nuestro "amigo" Epulón le encanta disfrutar de la riqueza
banqueteando cada día y vistiéndose de púrpura y lino. No es capaz de enterarse
que en su puerta está el pobre Lázaro que no es capaz de saciar su hambre.
En nuestro mundo hay un pequeño grupo
de personas que acapara la mayoría de los bienes de la humanidad y no se preocupa
de tantos que están siendo azotados por la plaga del hambre. Quizás para ellos
es que sencillamente no existen. Tengo dinero, luego existo. Si no lo tengo
pues no existo. Curioso que para Jesús, solo tiene nombre el pobre, Lázaro.
Epulón no es un nombre propio, es un vividor, no tiene nombre.
Pero es curioso que aunque los ignoren,
los ricos necesitan de los pobres. Solo hay ricos, porque hay pobres. Lázaro
nunca le pidió nada a Epulón, pero es ahora este el que pide para él y para sus
hermanos. Son los pobres los que nos pueden ayudar. Nos ayudan dándonos la
oportunidad de que compartamos con ellos los bienes materiales y al hacerlo,
mostramos que valoramos más a las personas que al dinero. Hay que ser ricos en
amigos, existir es tener relaciones de amistad. Epulón no pudo hablar
directamente con Lázaro. Lo hizo con Abrahán. Entre Epulón y Lázaro sigue
habiendo un muro que los separa y el rico nunca se atrevió a cruzar ese muro.
Quizás Lázaro saldría a su encuentro.
Es curioso como la suerte de nuestros
protagonistas cambia en el momento de la muerte. El rico es enterrado, seguro
que con toda pomposidad funeraria, y es llevado al reino de los muertos. Lázaro
también muere, pero no se habla de rito funerario, solo que "los ángeles lo llevan al seno de
Abrahán"
Jesús viene a hacer justicia a los
pobres. Viene para que no existan los desequilibrios de los que siempre
disfrutan y de los que sufren. A veces, incluso desde la Iglesia, podemos caer
en el tranquilizante de decirle a los pobres que tranquilos porque en el reino
de los cielos tendrán su recompensa. No. Tenemos que empezar aquí y ahora y con
toda la claridad del mundo.
Está creciendo en nuestra sociedad la
apatía o falta de sensibilidad ante el sufrimiento ajeno. Evitamos el contacto
con las personas que sufren, nos vamos haciendo cada vez más incapaces de
percibir su aflicción. La presencia de un niño mendigo en nuestro camino, nos
molesta. El encuentro con un amigo, enfermo terminal, nos turba. No sabemos qué
hacer o qué decir; es mejor tomar distancia, volver cuanto antes a nuestras
ocupaciones.
Si el sufrimiento se produce lejos es
más llevadero. Hemos aprendido a reducir el hambre, la miseria o la enfermedad
a base de datos, números, conferencias de prensa, estadísticas... y tan frías
como son estas, así nos deja el corazón. El sufrimiento a través de la
televisión, siempre es más frío, menos terrible y quizás más irreal. Cuando el
sufrimiento afecta a alguien más próximo a nosotros, nos esforzamos de mil
maneras por anestesiar nuestro corazón.
Tenemos reto para esta semana. En la
película del violinista en el tejado, se cantaba"... si yo fuera rico....". Pues si yo fuera rico, seguro que
compartiría con algún Lázaro de la vida.
Hasta la próxima
Paco Mira