Escribe Paco Mira:
REIVINDICO LA FELICIDAD DE
LOS ABUELOS
Son los grandes olvidados. Recordados por intereses y olvidados
en el amor y en el cariño que se demuestran todos los días. Hablo en líneas
generales. No es fácil olvidarse de esa frase que le pregunta un periodista a
un abuelo, "¿está usted feliz con
los nietos cuando van a su casa?. Oiga, más feliz no puedo estar. Pero también
le digo. Mi felicidad es plena cuando se van.". Eduardo Punset,
recientemente fallecido, decía que, la jubilación de una persona es el equivalente
al descanso por el que la edad nos da derecho, después de una vida de trabajo.
Y solamente hay dos cosas - decía él - que pueden truncar ese descanso. Dos
cosas que uno no busca: la enfermedad o la muerte y los nietos. Yo no se si es
muy exagerado lo que el sicoanalista afirmaba, pero que cada uno desde su
experiencia vaya dándole o quitándole la misma.
Esta semana, la Iglesia también
recordaba a los abuelos. A Joaquín y Ana. Dos personajes de los que
probablemente sabemos casi nada o muy poco, pero que en el fondo demuestran la
humanidad a la que Jesús quiso también someterse. Entendemos que tuvo cuatro
abuelos, de los que solamente conocemos dos. Dicen que los padres educan a los
hijos y los abuelos los malcrían. Probablemente Jesús de pequeño sería
revoltoso, inquieto y hasta desobediente. Y detrás de todo ello, sus abuelos.
Sigo reivindicando el papel al que los
abuelos han sido relegados: muchas veces los abuelos son los primeros
catequistas de unos nietos a los que los padres de boca para fuera no quieren
saber nada de Iglesia, pero que mi niño se bautice, haga la primera
comunión.... y para eso están los abuelos, los encargados de enseñar esas
primeras oraciones que no son la responsabilidad de ellos, pero para que el
niño no se pierda mejor que nada.
Sigo reivindicando el papel de los
abuelos en tantas complicidades con los nietos y que muchas veces los padres no
saben. No son maldades, son el caminar de una vida que hace que la unión del
nieto con los abuelos sea cada vez más estrecha. Probablemente eso no se da con
los padres y estos deberían de preguntarse el por qué no sucede así.
Sigo reivindicando el papel de los
abuelos en tantos "mandados " silenciosos con los nietos: colegio,
actividades extraescolares, comidas o meriendas... y que a veces no tienen el
valor y reconocimiento por parte de los hijos: "no te dije que no....", "parece mentira que",
"he dicho mil veces que no le compres....". Sigo reivindicando la
complicidad del abuelo/a con el nieto/a. Siempre, a lo largo de la vida, el nieto
se va a acordar de aquellos engaños inocentes que entre ambos le hacían a los
padres. Qué bonita es la infancia.
Sigo reivindicando el derecho de los
abuelos al achuchón, al mimo, al abrazo, al beso, al cariño.... de los nietos.
A ese estar en el regazo de los abuelos contemplando, a veces, el horizonte
perdido, pero que el pensamiento lleva a estar pensando en el nieto.
Es por ello que sigo reivindicando la
felicidad de los abuelos. El derecho que estos tienen, a veces, a vivir sin los
nietos. A hacer lo que les de la gana sin estar pendientes de un horario, de
una recogida, de un colegio, de una comida...Reivindico el derecho de los
abuelos a vivir sin hacer nada y que no toquen en la puerta, "¿te puedes quedar un momento con el
niño?". Reivindico el derecho que el evangelio de esta semana le da a
todos los abuelos: pidan que se les dará;
llamen que se les abrirá...Porque el que pide recibe y el que busca
encuentra".
Es lo que le pasó, también
esta semana, a Santiago, el Apóstol, el patrono de España. Y para ello lo único
que hizo es que buscó y encontró.
Felicidades a todos los que son
abuelos. Disfruten de la vida, de la familia, de los nietos, pero también....
de ustedes mismos.
Hasta la próxima
Paco Mira