Escribe Paco Mira
LA MUJER ADÚLTERA
Y NOSOTROS
En nuestras tertulias de amigos, de familia...
siempre criticamos a ciertos programas televisivos, de gran audiencia por
cierto, que no actúan con honestidad - o eso creemos - a la hora de tratar a
ciertos personajes y sobre todo cuando está en juego la audiencia y los
millones de espectadores que nos van a dar la pole en relación a otras cadenas
y así ganar mensualmente el primer puesto.
En esos programas
nos atrevemos a prejuzgar, a juzgar a ciertos colaboradores o entrevistados y
normalmente decimos que "esa por
dinero, hace... lo que sea", "fulanito
de tal es un.....", pero da la casualidad que para que nosotros
podamos hacer esa afirmación es que somos los primeros que vemos los programas
y caemos en la trampa de ser los primeros acusadores que tiramos piedras contra
nuestro propio tejado.
Este fin de semana, cuando escuchamos en el evangelio (Juan 8) que la ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras, solemos pensar ¡que brutos, qué animalada!". Pero seamos sinceros: cuando nos enteramos de que alguien - hombre o mujer -, ha cometido alguna "infidelidad", no solo en lo estrictamente matrimonial, sino en cualquiera de los demás ámbitos que forman parte de nuestra vida: familiar, económico, social, político, eclesial, deportivo, cultural, laboral... seguimos estando muy dispuestos a "apedrear" al que consideramos culpable.
Y hoy en día quizás
no utilicemos piedras minerales, de las auténticas, de las que pesan (o no),
pero empleamos otro tipo de piedras que también dejan heridas e incluso pueden
"matar" a quien las recibe: difamaciones, críticas, burlas,
conclusiones que damos por seguras, desprecio, rechazo... En ciertos casos esto
se amplia a comentarios en redes sociales, que llegan a ser muy crueles y
despiadadas y resultan ya imborrables. Nosotros estamos, siendo sinceros, más
predispuestos a denunciar y condenar el pecado en los otros que en nosotros
mismos, y que no lo pensamos mucho a la hora de "tirar piedras". Es
más diría que somos muy ligeros en ello.
¡Qué fácil es hacer
juicios de los otros!. Situarnos en la torre de nuestros criterios sicológicos
o morales y desde ahí poner etiquetas: pobres, marginados, adúlteras,
prostitutas, emigrantes, etc...Pero da la casualidad que nuestros hermanos a
los que ponemos etiquetas están hechos de la misma pasta que nosotros. No
podemos lanzarles piedras. Es más, no basta con ponernos en sus propios zapatos
y acercarnos de forma empática para entender el por qué: hemos de fomentar
abrazos de misericordia y de perdón.
Ahora que están tan de moda las carreras: por una asociación, por un colectivo, contra el síndrome de... a favor de la integración de ....carrera en solidaridad con... resulta que Pablo, cuando le habla a la comunidad de Corinto les dice que ha iniciado la carrera para volver a Cristo.
Y es que la
cuaresma siempre nos da una segunda ( y más ) oportunidades de volver a
empezar. Lo vimos la semana pasada con la parábola del hijo pródigo: el padre
-a diferencia del hijo mayor - no preguntó por qué vuelves, lo abrazó y lo
besó, probablemente en silencio, con lágrimas de alegría...
No tiremos
piedras, no sea que nos caigan en nuestra cabeza. Seamos jueces de nosotros
mismos, mirémonos en el espejo del Padre y preguntémonos si somos adúlteros:
eclesial o humanamente. Alguna respuesta seguro que tendremos.
Feliz Cuaresma
Hasta la próxima
Paco Mira