Queridos Reyes Magos.
Cuando era pequeño, ponía los zapatos detrás de
la puerta, ah! y alfalfa y agua para los camellos que venían muy cansados de
Oriente.
Y cuando veía un regalo, un humilde regalo, la
magia se consumaba y salía corriendo a la calle, donde con otros niños y niñas
estábamos felices con aquellos humildes regalos que no necesitaban pilas ni
WiFi.
Hoy la ilusión se nos ha robado, no ponemos
zapatos, ni alfalfa porque tenemos juguetes todo el año. Nos han robado la
ilusión, y con ello la esperanza de que todo pueda cambiar.
Antonio López
