Una joven, pongamos que se llamaba Julia, compró hace unos días una medalla de San Antonio y vino a mí  con ella y con una pregunta:

-        ¿Me puedes decir la utilidad que tiene este santo?

Aunque supuse por qué hacía la pregunta, quise indagar algo  más. ¿Quieres decir si sirve para curarte una enfermedad determinada o para conseguir trabajo o novio o dinero?

-        Quiero saber que si yo me pongo esta medalla me sirve para algo. Porque  compré la medalla en un bazar y la señora me dijo que sí, que valía para todo  eso.

          Entonces mi respuesta fue ya directa y clara. No. Ni la medalla  de San Antonio, ni ninguna medalla tiene esa utilidad.  Lo único que sí es útil, es la oración. Orar a Dios es útil. Y se puede pedir  cualquier cosa a Dios a través de la ayuda de San Antonio.  Una medalla no es un amuleto, aunque los amuletos valen menos todavía.

Una medalla, una cruz, una estampa, se llevan porque tienes devoción y  para recordar   que puedes orar a través del santo o de la Virgen. Y para desear imitar las virtudes del santo.

Si piensas por ejemplo en san Antonio de Padua, uno puede desear ser como él. Imitar su ejemplo de ser una persona humilde y comprometida  con los demás. Hablar  de Cristo convencido y con entusiasmo, como el santo portugués hacía. 

Y con alegría.

- Entonces, me dijo Julia, voy al bazar y devuelvo la medalla.

Me pareció normal. Igual que Julia devolvió la medalla, es necesario devolver  muchas creencias que a veces consideramos que son erróneas.

En este mes y en todo el verano, estaremos invitados a algunas fiestas patronales. Es interesante participar y descubrir los valores de cada santo, de cada pueblo, y de cada costumbre  que nos puede acercar a Dios. Incluso una medalla llevada no como un amuleto sino como signo de la fe que profesamos.

 CANCIÓN

VEN A LA FIESTA

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