Escribe Paco Mira:


HOMBRES Y MUJERES DE FE



Todo el mundo sabe que la filosofía nació porque el hombre se admiraba y se admiró siempre por lo que le rodea y se preguntó y se preguntaba el por qué surgen y de la manera que surgen las cosas. El por qué siempre es la pregunta del hombre desde que es pequeño. Un niño, cuando su padre o su madre le dice que no a algo, siempre la respuesta es por qué.

 

Pero también es verdad que unas veces por situaciones que la vida nos presenta, otras veces cuando hemos llegado a una edad avanzada, en un momento o en otro, también nos preguntamos, al menos algunos, ¿por qué tengo fe?. Cuando las cosas nos van razonablemente bien, quizá encontremos alguna respuesta satisfactoria a esta pregunta; pero cuando  las cosas van mal, o muy mal, o cuando vemos cerca el final, no es extraño que esas mismas razones ahora nos resulten insuficientes. No renegamos de nuestra fe, pero ésta no se apoya en nada tangible, experimentable. Solo tenemos fe, sin pruebas.

 

El mensaje de Jesús hoy, se dirije a todo el mundo, a los ricos y a los pobres, a los que tienen fe y a los que no. En una sociedad donde la ley es lo que prima, Jesús invita a dar un salto: de una fe con pruebas, de ley, de sinagoga, a la sola fe, sin nada que la apoye, una fe débil, pero que de algún modo se mantiene aun cuando los hechos parecen desmentirla, aunque los demás no la compartan (dice el texto que los demás se reían de él). Y por esa fe, Jesús obra el milagro: entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo levántate.

 

El pasaje del evangelio nos invita a preguntarnos, ¿por qué tenemos fe?. Para ello debemos saber el fundamento en que se apoya esa fe. El punto de partida y fundamento de la fe cristiana no es un ilusión o proyección de nuestros deseos; no consiste tampoco en especulaciones, ni es confianza simplista en un final feliz.

Pero es que la fe, por la confianza en Jesús, es que Dios es fiel en cualquier situación de la vida. La fe no es que yo creo que..., sino que yo creo en. La fe es confiar en Dios, es un proyecto de vida que lo abarca todo y una actitud integral ante la existencia. Creer significa sentirse seguro en Dios, confiar en él y basar la existencia en Él. La fe es la respuesta del ser humano a la revelación que Dios ha hecho de sí mismo, porque Dios previamente se nos ofrece en Jesucristo. La fe es encuentro, amistad con Dios, es un acto libre y responsable.

Pero, con frecuencia, la realidad que vivimos habla un lenguaje completamente distinto al de la Palabra de Dios. Las contradicciones de la vida, el sufrimiento injusto y la muerte parecen un sarcasmo al mensaje del amor de Dios.

De aí que la respuesta de la fe ha de darse a lo largo de toda la vida, y abarca todas las preguntas y esperanzas y desengaños. Ante estos interrogantes, el creyente tiene que robustecer y profundizar su fe. Constantemente tenemos que creer contra el mundo, como hizo Jairo. Pero, para que la fe no sea irracional, el Espíritu de Dios hace su labor, y la respuesta de fe ha de producirse a lo largo de toda la vida, hemos de estar atentos a los signos de Dios, que manifiestan su presencia también cuando estamos rodeados de oscuridad.

Si la semana pasada se nos decía que no teníamos fe, teníamos miedo, este fin de semana tenemos confianza y tenemos fe. Nos fiamos sin saber cuál va a ser el resultado. La fe es un camino que hay que recorrer fundados en la esperanza, es un riesgo, un cambio radical,  en los puntos de vista y de conducta habituales. Se trata de dar a la vida y a la muerte el carácter trascendente y esto para los cristianos significa que únicamente en la fe podemos encontrar respuesta. La vida de Dios apareció defiitivamente en Jesús.

Señor, si quieres puedes y nosotros hemos de poner de nuestra parte.

 

          Hasta la próxima

          Paco Mira