Escribe Paco Mira:


NO SEAMOS OSCUROS COMO NICODEMO



         La fotofobia es una intolerancia a la luz, natural o artificial. Los oculistas nos explican que no es una enfermedad en sí misma, sino más bien un síntoma de otras enfermedades que afectal al ojo o al cerebro. También la sicología y la siquiatría nos hablan de fotofobia refiriéndose al rechazo e incluso aversión que algunas personas manifiestan hacia la luz, especialmente a la del sol, y que, también en este caso es un síntoma de algún problema de salud mental. Puesto que la fotofobia es un síntoma de otras enfermedades, no hay un tratamiento específico para curarla, sino que hay que buscar y tratar la enfermedad que la está causando.

         Hoy, el evangelista Juan, nos habla de un extraño encuentro con un importante fariseo llamado Nicodemo. Por el relato es el propio Nicodemo quien toma la iniciativa y va a donde está Jesús «de noche». Intuye que Jesús es un hombre venido de Dios, pero se mueve en tinieblas. Nicodemo representa, en el relato, a todo aquel que busca sinceramente encontrarse con Jesús. Por eso, en cierto momento, Nicodemo desaparece de escena y Jesús prosigue su discurso con una invitación general a no vivir en tinieblas, sino a buscar la luz.

         Y la luz está en el crucificado: «tanto amó Dios al mundo que entregó a su hijo para que no perezcan ninguno de los que creen en él». Pero ¿podemos ver y sentir el amor de Dios en un hombre torturado en la cruz?. Acostumbrados desde niños a ver la cruz por todas partes, no hemos aprendido a mirar el rostro del crucificado con fe y con amor. Nuestra mirada distraída no es capaz de descubrir en ese rostro la luz que pude iluminar nuestra vida en los momentos más duros y difíciles.

         Sin embargo, Jesús nos está mandando desde la cruz señales de vida y amor. En esos brazos extendidos que no pueden ya abrazar a los niños, y en esas manos clavadas que no pueden acariciar a los leprosos ni bendecir a los enfermos, está Dios con sus brazos abiertos para acoger, abrazar y sostener nuestras pobres vidas, rotas por tantos sufrimientos.

         Desde ese rostro apagado por la muerte, desde esos ojos que ya no pueden mirar con ternura a pecadores y prostitutas, desde esa boca que no puede gritar su indignación por las víctimas de tantos abusos e injusticias, Dios nos está revelando su amor loco a la humanidad.

         Sigue diciendo el evangelista Juan que «Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él». Podemos acoger a ese Dios o podemos rechazarlo, Nadie nos fuerza. Somos nosotros los que hemos de decidir, pero «la Luz ya ha venido al mundo». Él podría poner luz en la vida más desgraciada y fracasada, pero «el que obra el mal no se acerca a la luz para no verse acusado por sus obras». Cuando vivimos de manera poco digna, evitamos la luz porque nos sentimos mal ante Dios. No queremos mirar al crucificado. Por el contrario, «el que realiza la verdad, se acerca a la Luz», el crucificado lo hace vivir en la luz.

         «Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único». Es un Dios que sufre en la carne de los hambrientos y humillados de la tierra; está en los oprimidos defendiendo su dignidad, y con los que luchan contra la opresión alentando su esfuerzo. Dios es así. El mayor error sería olvidarlo. Dios ama al mundo entero. Dios no es propiedad de los cristianos. No ha de ser acaparado por ninguna religión. No cabe en ninguna catedral, mezquita o sinagoga.

         Hay un refrán que dice, «obras son amores y no buenas razones». Y la obra de amor que Dios nos muestra es el don de la entrega que hace de su hijo. Dios nos entrega a su Hijo para salvarnos y para que tengamos vida en abundancia. Por ello la muerte en cruz es un acto de donación, amar supone donar algo de sí mismo. No hay amor sin donación, sacrificio y sin entrega. Dios, cuando ama, no se fija en si tienes más o tienes menos. Dios nos ama por lo que somos y desde lo que somos nos salva.

         Termino con una pregunta: ¿cómo experimentamos el amor de Dios cada día?. ¿Qué hacemos para cuidar el amor que Dios nos tiene?

 

 

         Hasta la próxima

         Paco Mira