Escribe Paco Mira:
ILUSIÓN CON LOS MAGOS
El día 6 celebramos la
festividad o la llegada de los Magos a Belén. Nos dice el texto que vienen de
lejos, de Oriente, en un largo viaje, guiados por la estrella del Mesías,
ayudados por su enemigo (Herodes), hasta postrarse ante el Niño.
¿Por qué se tomaron tantas molestias?: No por mera
curiosidad, sino porque buscaban algo, o mejor a alguien que era importante en
sus vidas. Su búsqueda era sincera, no así la de Herodes. Éste se sobresalta
porque intuye la llegada de un poder que piensa que puede amenazar el suyo. Los
magos se alegran, se postran y adoran porque han encontrado no a un competidor,
sino a un dios que se hace partícipe y objeto de su búsqueda.
Los humanos somos, como los magos, buscadores de sentido.
Nada hay en la tierra ni en los cielos, por gozoso y hermoso que sea, que
satisfaga plenamente nuestro deseo de ser felices. Aunque nuestro caminar no
siempre es rectilineo, sino en ocasiones sinuoso y confuso; no es un plácido
paseo sino un recorrido lleno de sorpresas y sobresaltos. A veces, se hace
fatigoso, atisbamos la luz de la estrecha o retomamos la oscuridad de la noche,
incluso algunos de los que pueden orientarnos no son del todo sinceros con
nosotros. Pero, al final, la perseverancia tiene su premio.
Dice el texto que los Magos lo adoraron. Nosotros también
podemos adorarlo, porque no es algo, sino alguien; no es una idea, es una
persona y una persona ante la que no cabe el temor porque nos ama
entrañablemente. El secreto de la actitud del que adora es mirar al mundo con
amor, porque podemos mirar de diferentes maneras: si lo miramos con avaricia lo
deseamos y no lo amamos; si lo miramos con desconfianza nos protegemos de él, y
no lo amamos; si lo miramos con pesimismo lo despreciaos, y no lo amamos. Mirar
al mundo conamor es mirarlo confiadamente, hasta el fondo, atisbando en él la
presencia de quien lo creó y lo redimió.
Cuando miramos de ese modo el mundo es que no estamos solos
ni perdidos en él. Dios se hace presente y nos acompaña. A veces como un fuerte
destello, como el fuego de la zarza o la luz de la estrella, otras veces como
una débil lucecilla. Pero sea como fuere desde que Dios se hizo hombre no falta
en el mundo la luz.
Nosotros tenemos que buscar aquellos signos que también nos pongan en movimiento como a los Magos: un
enfermo, un amigo, una noticia, la celebración de una eucaristía, unos niños,
hemos de buscar los signos que nos pongan en movimiento.
El relato de la
llegada de los Magos a Belén hace caer ese esquema tradicional. Dios no es solo
el Dios del pueblo y para el pueblo. El uso partidista de la religión sigue
siendo hoy un factor de confrontación de personas, pueblos e intereses. Ese
Dios, más que útil, utilizado, no es el Dios cristiano. Nuestro Dios se hace
hombre para todos. Es un Dios que rompe nuestras barreras y está entre nosotros
como un elemento de encuentro y de concordia.
El papa Francisco nos viene recordando que Dios es un Dios de
todos y que la Iglesia tiene que estar abierta a todos, a todos sin excepción.
La fe no nos separa de los demás: nos une profundamente con todos los humnaos,
porque nada humano nos es ajeno. Los Magos represntan lo diferente, lo
desacostumbrado, lo extranjero y en la adoración al niño se hacen nuestros
hermanos.
El desafío para los cristianos actuales es abrir las
fronteras a nuestras tradiciones, nuestras costumbres, nuestros intereses para
hacer un lugar a quienes vienen de lejos buscando la seguridad y bienestar. El
oro, incienso y mirra de nuestro tiempo son nuestras mentes y corazones abiertos
que ofrecemos a dios cuando acogemos a todos como hermanos. Como decía Carlos
de Foucauld, cuando iniciaba su búsqueda de Dios, Dios, si existes,
muéstrame tu rostro. Es, como los Magos, el primer paso para encontrar a
Dios.
La estrella que señalaba el nacimiento de Jesús, estaba
visible para todos, pero pasó desapercibida; solo unos Magos de Oriente, gente
lejana, se dan cuenta de su presencia y de lo que significa. A Herodes y a los
ciudadanos de Israel también les había pasado totalmente desapercibido.
Tuvieron que ser unos gentiles quienes les indicaran el cumplimiento de la
profecía.
Pasó desapercibido para la mayoría de la gente, salvo para
unos pastores que recibieron el anuncio del ángel y así cuando los Magos
entraron en aquella casa encontraron algo muy normal: una madre con su hijo.
Pero el hecho de la normalidad no le quita la grandeza que encierra. No le pido
a los reyes oro, incienso y mirra, le pido solidaridad y justicia para
repartir, pido trabajo para los que no lo tienen, que nos traigan ilusión para
los tristes y animarnos a que les contagiemos vida; que nos traigan ternura
para captar lo que le duele al hermano; que no se olviden de una gran dosis de
abrazos para la paz que tanta falta nos hacen. Dice un poeta tibetano: vi una
sombra en el bosque y he tenido miedo al creer que era un animal peligroso: Me
acerqué y ví que era un ser humano. Me aproximé un poco más y he visto que era
mi hermano.
Nosotros, los que nos decimos cristianos, tenemos que
acercarnos más a Dios por medio de los hermanos; tenemos que ser epifanía, manifestación de
Dios al mundo de hoy.
No es la carta del año que viene, estamos a tiempo este año.
Hasta la próxima
Paco Mira