Escribe Paco Mira:
NA TI VI TA TE: EL SUEÑO DE DIOS
Pues ya llegamos al destino. El GPS del adviento que nos
tenía que conducir hasta el final, se ha parado donde tenía que hacerlo. Nos ha
llevado, ese GPS por las paradas de la esperanza y a estar despiertos (Isaías);
por la conversión que nos tenía que llevar a preparar el camino al que venía
(Juan el Bautista); el sí y disponibilidad sin condiciones de María; la alegría
del domingo de Gaudete y al final la acogida de José que sin entender
absolutamente nada, se fía de su mujer y del sueño angelical que tuvo aquella
noche.
Pero el GPS, la estrella se ha parado.
Recuerdo que un niño en clase, hace años de ello, me preguntó, “Paco, ¿tú
sueñas? Claro, le dije que sí. Que no siempre lo hacía, pero sí. Luego me
preguntó si los sueños se me cumplían. La verdad que la conversación era interesante,
pero cada vez más comprometida. Le dije que alguno, en alguna ocasión pues sí,
pero otros no. Y para rematar la faena, me pregunta: ¿Dios sueña?
Claro, si a nosotros nos preguntan lo mismo
que aquel muchacho (que por cierto hoy será un hombre hecho y derecho, quizás
padre de familia al que sus hijos puede ser que le pregunten lo mismo), la
respuesta no es fácil. Ustedes se preguntarán lo que le respondí, y al final le
dije: Tú y yo somos el sueño de Dios.
Y estoy convencido de ello que el sueño
de Dios somos todos y cada uno de nosotros; el sueño, la realidad de Dios, es
su encarnación en la humildad de la vida y de la historia. El sueño de Dios es
la vitalidad con la que somos capaces de amar y la fortaleza para mantener ese
amor, porque, ello significa que tenemos un corazón con capacidad de sentimiento
hacia el que más lo necesita.
Por ello cuando despertamos del sueño,
nos encontramos con la hermosura del evangelio de Juan que dice La Palabra
se hizo carne y acampó entre nosotros. Dios nunca abandona lo que inicia
desde el principio de los tiempos.
Navidad, significa NA TI VI TA TE, la
vida (vita) nace (nati) en ti (te). En todos y cada uno de nosotros y en la
medida en que seamos capaces de acoger y asumir esa vida, la realidad del
pesebre se hará patente en todos y cada uno de nosotros. Los pastores corrieron
hacia la Vida, nosotros, a veces, parece que nos alejamos de la vida.
Cuando uno contempla la cuna de Belén,
el pesebre de Belén, contempla tantas y tantas realidades que ponen de
manifiesto la fragilidad del ser humano: cuando vemos en tantas mesas que en
esta noche habrá sillas vacías por ausencias de gente que han dejado huella;
cuando vemos tantas familias en las colas del hambre para poder salir adelante;
cuando vemos tantos y tantos que huyen de sus países (en patera o no) en busca
de una vida mejor; cuando vemos que el silbido de las balas es la sinfonía de
tanto villancico que anuncia todo lo contrario de Belén… me doy cuenta que La
Palabra era Dios, estaba junto a Dios y acampó entre nosotros.
Qué bueno sería que las fiestas que nos
alegran, nos empujan a reuniones de familia donde no parecen existir los
problemas, donde parece que nos llevamos bien sin ser cierto, fueran fiestas de
prosperidad de ganas de compartir un belén viviente; que fuéramos capaces de
correr como los pastores hacia la Vida, que fuéramos capaces de cantar la
gloria porque la felicidad nos inunda.
Amigos, creo que podemos estar en el
camino. Ojalá que seamos capaces de descubrir el verdadero valor y sentido de
la Navidad. Ojalá que saboreemos las mieles de una fiesta entrañable, en una familia
entrañable, en un sentido entrañable.
Feliz Navidad
Hasta la próxima
Paco Mira