Escribe Paco Mira:
EL MARRÓN DE JOSÉ, ¿O NO?
Uno de los grandes inventos del siglo XX, fue el GPS o
por lo menos la aplicación que permite ir de un lado a otro con el mínimo
error. Recuerdo de tiempos pretéritos que cuando había que hacer un viaje, había
que coger uno de aquellos grandes mapas (guía Michelín o similar) y consultar y
casi aprenderse de memoria los grandes pueblos por los que uno pasaba, para no
perderse. Hoy, eso, está superado: el GPS y la voz del mismo, nos llevan al
destino.
Se
preguntarán el por qué, de este ejemplo. Y es que el Adviento, a través de
alguno de sus personajes, es el mejor GPS que nos conduce, sin posibilidad de
error, a la Navidad: el primero de todos fue Isaías, que nos hablaba de la
primera actitud que era la esperanza. Había que estar despiertos, porque la
esperanza era la guía en un mundo – el de
entonces y el de ahora – que ante los
acontecimientos que suceden, la esperanza no es lo que más se lleva: desestabilidad
laboral, las guerras, las colas del hambre, etc… Posteriormente, el siguiente
personaje de nuestro GPS fue Juan, el Bautista. El hombre que ante los
acontecimientos de la vida nos invitaba a preparar el camino al Señor y para
ello había que convertirse, había que darle la vuelta al calcetín de nuestro
corazón porque es la mejor forma y manera que la esperanza del principio tenga
futuro en el presente.
Hicimos
un alto en el camino para recordar la figura de María. Una mujer que sin saber
cómo, le dijo que sí a un plan que seguro que en un principio no entendió, pero
se fio. Probablemente a nosotros nos falte confianza en aquello de lo que
estamos convencidos, por eso no entendemos ni damos a entender muchas cosas del
plan de Dios.
El
domingo pasado y también desde las dificultades (Juan está en la cárcel), se
nos ponía como reto la alegría: los cristianos, a pesar de todo, tenemos que
ser hombres y mujeres no solo confiados y llenos de esperanza, sino personas
que ante los acontecimientos que se avecinan, seamos personas llenas de alegría:
¿qué madre ante el acontecimiento del nacimiento de su hijo, no desborda de
alegría?
Este
fin de semana se asoma en nuestro GPS la figura de José. Un hombre del que no
sabemos mucho – ni históricamente ni bíblicamente – pero personaje crucial en
nuestra historia de salvación. Hombre enamorado de su novia, a punto de iniciar
un proyecto de vida juntos, planes de futuro que habrían repasado en más de una
ocasión. Y aquella muchacha, de la que estaba profundamente enamorado, aparece
embarazada y no de él precisamente.
Quiero
ver y creer la cara que se le quedó a José. No entendería nada, como dicen mucho
ahora la gente joven, “no lo veo”. ¿cómo soluciono este marrón?. Por ello José
tira de prudencia, de frialdad ante los acontecimientos y se da cuenta que María
no lo ha engañado. No la repudia en público porque eso sería la muerte de María,
sino en secreto, entre ambos, la solución a los problemas en pareja. María
tiene la mirada de la inocencia y de haber aceptado algo confiado y que sin
querer se va a convertir en protagonista de la historia.
Sin
embargo, el texto evangélico dice que José “era un hombre bueno” y ser bueno es
hacer la voluntad de Dios para el creyente y José lo era. Un carpintero al que
Dios le tenía reservado una gran misión. Por eso vuelve el Ángel a Nazaret, “no
temas, José”. Cuida de María, acógela, arrópala, ayúdala… a José se le complica
la vida, por ser cómplice de su mujer, por fiarse de Dios.
Seguro
que hoy nosotros podemos preguntarnos si dejamos que Dios nos complique la
vida, en la familia, en el trabajo, con los hijos, con los amigos, en nuestras
comunidades parroquiales. Dios nos complica la vida, a veces, más allá de nuestras
capacidades. Dejémonos complicar la vida por Dios y para Dios. Dios nos
sorprende siempre y debemos estar abiertos a la sorpresa de Dios.
Ya
queda menos.
Feliz
Adviento
Hasta
la próxima
Paco
Mira