Escribe Paco Mira:

           

DIOS COMIENZA SIEMPRE DE NUEVO, Y ¿NOSOTROS?

 

            Creo todos nos acordamos de aquella película de los años 80, de José Luis Garci, que se titulaba Volver a empezar. Fue famosa porque fue la primera película española en ganar un Oscar. Probablemente la historia de la película no tiene mucho que ver con nuestro tema, pero sí con el título. Y además es que Dios, siempre da nuevas oportunidades a pesar de nuestra terquedad y nuestra cerrazón.

            La fecha de fin de año nos invita a mirar hacia atrás e intentar ver que es lo que hicimos mal, e incluso proponernos cosas en relación al año que empieza: en el trabajo, en la familia, a nivel personal, a nivel de amigos, etc… probablemente no cumpliremos ni la mitad de lo que decimos que vamos a hacer, pero al menos nos lo proponemos, aunque no lo consigamos.

            Es curioso, también, que la liturgia nos coloque a María, Madre de la Iglesia, en el primer domingo del año, como queriendo que de la mano de ella comencemos de nuevo por los caminos que Dios quiere que vayamos. Es la hora de iniciar lo que hemos dejado olvidado en el año que ha terminado:

¿Qué es lo que realmente quiero yo este año? ¿A qué dedicaré el tiempo más precioso e importante? ¿Será, una vez más, un año vacío, superficial y rutinario, o un año en que amare la vida con gozo y gratitud?

¿Qué tiempo reservaré para el descanso, el silencio, la música, la oración, el encuentro con Dios? ¿Alimentaré mi vida interior o viviré de manera agitada, en permanente actividad, corriendo de una ocupación a otra, sin saber exactamente qué quiero ni para qué vivo?

¿Qué tiempo dedicaré al disfrute íntimo con mi pareja y a la convivencia gozosa con los hijos? ¿Viviré fuera de mi hogar organizándome la vida a mi aire o sabré amar con más dedicación y ternura a los míos?

¿Con quiénes me encontraré este año? ¿A qué personas me acercaré? ¿Pondré en ellas alegría, vida, esperanza, o contagiaré desaliento, tristeza y muerte? Por donde yo pase, ¿será la vida más gozosa y llevadera o más dura y penosa?

¿Viviré este año preocupado sólo por mi pequeño bienestar o me interesaré también por hacer felices a los demás? ¿Me encerraré en mi viejo egoísmo de siempre o viviré de manera creativa, tratando de hacer a mí alrededor un mundo más humano y habitable?

¿Seguiré viviendo de espaldas a Dios o me atreverá a creer que es mi mejor Amigo? ¿Permaneceré mudo ante él, sin abrir mis labios ni mi corazón, o brotará por fin desde mi interior una invocación humilde pero sincera?

Qué bueno que el año que comienza es una oportunidad de mirar hacia nuestro interior, de mirarnos al espejo de los deseos y ser sinceros con nosotros mismos y con aquellos que nos rodean sobre todo que se fijan en nosotros para que nosotros podamos ser un punto de referencia en sus vidas.

María nos lleva de la mano. Siempre dije que la Iglesia era una gran pedagoga y por eso coloca esta fiesta de ella al principio del año. Cuando comenzaba estas letras acordándome de volver a empezar, pienso ahora que Dios siempre empieza con nosotros de nuevo, nunca se cansa de darnos oportunidades y nosotros de desaprovecharlas.

Ojalá que el 2023 no sea el año en que deseamos sin querer cumplir aquello que sentimos. Ojalá que el 2023, la guerra pase a ser un mero recuerdo triste del pasado que no tiene cabida en el presente. Ojalá que en el 2023 las colas del hambre no sean más que un triste sueño en el que hemos participado muchos de aquellos que nos consideramos cristianos y que hemos mirado para otro lado. Ojalá que el 2023, las autoridades (locales y nacionales) hagan programas donde los pobres sean los primeros de sus deseos.

Amigos, el reto está servido.

 

            Feliz 2023

            Hasta la próxima

            Paco Mira