Escribe Paco Mira:

 

OJO: JORNADA DE LOS POBRES



 

            Siempre me han leído que cuando hay una fecha en el calendario, siempre sucede algo contradictorio: o es muy bueno, o por el contrario está pero no debería de hacerlo. El Papa, lleva un tiempo, que ha desafiado al calendario, que ha querido que lo que nadie quiere, también tenga su día, para recordarnos que lo que no cuenta, sí tiene que contar.

            Y es que además, desde que comenzó el siglo XXI, parece que no levantamos cabeza, que las cosas van de mal en peor. Aparte de los males que aquejaban a nuestro mundo, vinieron los ataques a USA y a España, la guerra de Irak, la crisis económica del 2008, la pandemia, el covid 19, la guerra de Ucrania, el cambio climático… muchos van a pensar que aquello que se anunció del fin del mundo, no andará muy lejos.

            Pero da la casualidad que Jesús, en el evangelio de este finde no augura un futuro mucho mejor. Se alzará pueblo contra pueblo, terremotos, hambres, pestes, guerras entre hermanos y familiares, los amigos les traicionarán… claro probablemente no habrá que tomar esto al pie de la letra, pero no podemos evitar vernos reflejados en esta historia. Incluso alguno dirá o llegará a afirmar que el fin del mundo ya está aquí. Pero, claro, el propio Jesús dirá, Ojo que nadie les engañe hablando en mi nombre.

            Sin embargo, el propio Jesús nos llama a afrontar estos  acontecimientos no desde el fatalismo, sino desde la fe. Una fe que nos tiene que llevar a dar el testimonio de quien ve el futuro desde y con optimismo. Una fe en la que las situaciones de catástrofe, como las situaciones de muerte, no tienen la última palabra, al contrario, la buena noticia, el Evangelio, es lo que nos tiene que llevar a un mensaje de optimismo en un mundo a veces vencido por el desánimo y la desesperanza.

            Por ello el Papa, vuelve a señalar en el calendario este domingo en rojo, pero en rojo intenso: Jornada Mundial del Pobre. No porque el pobre tenga que ser el protagonista optimista de la vida. No porque obligatoriamente tengamos que ser pobres, sino que el pobre nos tiene que interpelar, nos tiene que preguntar cómo estamos llevando nuestro estilo de vida, que hace que unos pocos vivan de maravilla, mientras otros se mueren de hambre.

            Me resulta paradójico que en pleno siglo XXI exista gente que literalmente viva en la calle, al amparo de unos cartones, en plena plaza céntrica de un pueblo y donde las autoridades civiles miran para otro lado en muchas de las ocasiones. Porque pensamos que este tipo de situaciones son exclusivas de las asociaciones de la Iglesia (como Cáritas). No, perdone: Cáritas no existiría si las instituciones civiles acogieran a todos los ciudadanos como corresponde. Creo que a pesar de las críticas que recibe la Iglesia, sigue siendo un puntal y puntera en la ayuda a los más necesitados.

            Jesucristo, sigue siendo el modelo porque “se hizo pobre por ustedes” y por ello hay que revisar si nuestro estilo de vida puede o no propiciar la pobreza entre los más vulnerables de nuestros pueblos y ciudades. No hace muchos, los medios de comunicación social indicaban que 1 de cada tres familias españolas no llegaban a fin de mes. Que buen momento para demostrar nuestra generosidad. Qué buen momento para ser testigos de aquello que decimos que creemos.

            La referencia a Jesús es lo que marca o tiene que marcar la diferencia. No se trata de tener un comportamiento asistencialista, que sería lo más fácil (la típica limosna o la bolsa de comida). No es el activismo lo que salva, sino la atención sincera y generosa que permite acercarse a un pobre como a un hermano que tiende la mano.

            No perdamos la esperanza. No nos dejemos llevar por falsos profetas o profetas de calamidades. Seamos capaces de ver en el pobre al hermano que tiende la mano a quien siente su miseria como propia.

 

            Hasta la próxima

            Paco Mira