Escribe Paco Mira:
DIOS, ¿ANDAS POR AHÍ?
Hoy, la
festividad, el evangelio, nos lleva al calvario, al patíbulo, al lugar donde la
lealtad a un proyecto se encuentra cara a cara con la sinceridad de lo que
creemos y apoyamos. Hoy, festividad de Cristo rey, se hace patente la verdad de
nuestra fe, y no a la derrota en una cruz de quien nos marca el camino hacia la
meta final. Probablemente el ver un cuerpo colgado y crucificado sea – para
muchos – la evidencia de la derrota, sin embargo para la mayoría no es ni más
ni menos que la coherencia de una vida que nació en la desnudez de la humildad
y se manifiesta en la desnudez de la coherencia vital.
En la
cruz de Jesús de Nazaret, veo y quiero creer que vemos, la cruz de tantos y
tantos que en la vida lo tienen como referente: los enfermos terminales y no
tan terminales, pero a los que la enfermedad los tiene postrados en una cama;
aquellos que viven el día a día del dolor de una relación tóxica y que no sabe
cómo darle salida a ese problema; la cruz de quien se siente fracasado en su
proyecto de vida, debido a infinidad de circunstancias, incluso el proyecto
familiar….. A todos nos surge la pregunta, «Dios, ¿andas por ahí o te has ido».
La imagen
que quiero ver del calvario es la de una obra de teatro: el fariseo que pasa
por allí, que oye los gemidos y que comenta en voz alta, « si es hijo de Dios
que se salve a sí mismo», ¡cuántas veces decimos que los problemas de otros no
son los nuestros, que se lo ha buscado, que si hubiera hecho aquello o lo otro
no hubiese llegado a esa situación!. ¡Tanto que hablabas y decías, pero no eres
capaz de actuar en tu propio beneficio!.
«Dios,
¿andas por ahí?». Es la pregunta de hoy ante la guerra de Ucrania, o la
pregunta ante tantas situaciones de violencia de género, o la pregunta ante
tantos padres de familia que quedan sin trabajo o personas en situación de sin
hogar en pleno siglo XXI; o es la pregunta ante enfermedades que creíamos
erradicadas, pero que cada vez más se llevan a tantos hermanos nuestros al otro
mundo: «Dios, ¿andas por ahí?». Parece que el silencio es el compañero de viaje
al que pregunta, sin embargo, Jesús en el sufrimiento, en el lecho del dolor,
en el lugar por el que todos – tarde o temprano – hemos de pasar, responde «te
lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso».
El Dios
de la vida, que crea VIDA, ha pasado el amargo trago del dolor y del
sufrimiento, entre otras cosas, porque él se hizo semejante a nosotros, en su
condición humana. «El que quiera seguirme, que cargue con su cruz y me siga».
Nadie ha dicho que el seguir a Jesús sea una tarea fácil, pero sí es una tarea
constante. Es una tarea en la que las rosas que tienen espinas, son bellas pero
hay que saber cogerlas para que no nos hagan daño. Seguir a Jesús es una tarea
bella, complicada, pero gratificante.
El camino
del calvario es un camino que nadie quiere recorrer, pero que es inevitable.
Jesús no es un rey a la usanza terrena, rodeado de grandes lujos. Es un rey que
se codea con los más necesitados, con los pobres, con los humildes, con los que
le necesitan de corazón humilde y sincero. Acabamos el año litúrgico. Buena
oportunidad para hacer balance: lo que fue, lo que pudo haber sido y no fue y
lo que fue y no debió suceder. Caminemos juntos, en sinodalidad, merece la
pena.
Hasta la
próxima Paco Mira