Escribe Paco Mira:

CUIDADO CON LA SOBREPROTECCIÓN

        Tener un hijo es una ilusión para muchos padres, pero educarlo y criarlo responsablemente, no es tan fácil, aunque lo parezca. Es verdad que en algún tiempo esta segunda opción (criarlos y educarlos responsablemente) no era muy común, sobre todo en la época de nuestros antepasados. Todos, en mayor o menor medida, hemos salido adelante y aquí nos mantenemos.

            Pero un peligro que se corre al educar a los hijos de hoy es la sobre protección, una actitud que seguro que va más allá del lógico cuidado que hay que tener con ellos. Los padres toman todas las decisiones y solucionan todos los problemas, evitan que los hijos se encuentren con cualquier situación de sufrimiento, tristeza o simples contratiempos, se enfrentan a quien sea con la intención de defenderlos, aunque estos no tengan razón. La sobreprotección no es buena, crea personas inseguras, dependientes, que no aprenden de sus propios errores ni desarrollan sus propias capacidades. Por eso se recomienda, a medida en que van creciendo, darles pequeñas responsabilidades para que vayan adquiriendo confianza, hablar de los problemas reales que se presentan y ofrecer apoyo para que puedan afrontarlos y, en general, permitir que se desenvuelvan solos aunque tarden más tiempo en hacer las cosas e incluso hasta que se equivoquen.

            Este fin de semana celebramos la Ascensión. Jesús, el resucitado es muy buen pedagogo y de él ha copiado la Iglesia que también es muy buena pedagoga. Jesús sabe que ha llegado el momento de que los discípulos empiecen a caminar solos, a caminar por sí mismos, como apóstoles, como misioneros y que sepan caminar sin sobreprotección que es para ellos que Jesús camine físicamente a su lado. Por ello les deja alguna que otra “perla” para que sean capaces de desarrollarla por su cuenta: conversión, perdón de los pecados, ser testigos de estas anotaciones, etc….

            Jesús conoce las carencias y los miedos, por ello aunque no lo veamos no nos deja abandonados a nuestra suerte, como no dejó a sus discípulos. Recibirán la fuerza del Espíritu Santo y por ello seremos sus testigos en un mundo nada fácil y cada vez más complicado; un mundo en el que nuestro testimonio probablemente no sea del todo valorado.

            Jesús va a estar a nuestro lado acompañándonos en la construcción de la Iglesia y de su misión evangelizadora. Con el Espíritu que nos ayuda, debemos profundizar en lo que Jesús nos ha enseñado, para poder afrontar y profundizar en las discrepancias, persecuciones, incomprensiones. Aprender de los errores que son muchos y más de los que debiéramos, pero con la ayuda del Espíritu hará que la Buena Noticia llegue hasta los confines de la tierra. Lo único que tenemos que hacer es que nos lo creamos.

            ¿Qué hacen mirando al cielo?. ”A Dios rogando y con el mazo dando”. Este refrán que muchas veces hemos leído, escuchado y pronunciado, ahora se cumple. Muchas veces esperamos con las manos en los bolsillos a que Dios diga algo desde las alturas. No. En la tierra seguimos trabajando o debemos seguir. En la tierra tenemos que defender la bandera del Evangelio ante las amenazas que invitan a todo lo contrario.

            La Ascensión significa poner en práctica aquello que hemos aprendido. Supone caminar a la sombra del que nos ha dado todo, pero con nuestros propios pasos, con nuestras caídas, con nuestros errores. Celebrar la ascensión es comprobar nuestra mayoría de edad. Es comprobar lo que siempre hemos anhelado y deseado y que ahora se cumple: caminar solos, aunque como dice el himno de algún equipo de fútbol, Nunca caminarás solo. No somos marionetas de un Dios difunto. Somos hijos vivos de un Dios resucitado que quiere que nosotros demos el testimonio adecuado en un mundo que se me antoja nada fácil y complicado.

            La tarea no es fácil. Ojalá que no nos digan o nos llamen varones sin alegría. A veces le damos la razón al que nos critica. Mal asunto. Ojalá que nuestra vida sea un cúmulo de buenos propósitos aprendidos de la experiencia de un Dios que ha dejado huella en nuestra vida.

 

           

      Hasta la próxima

            Paco Mira