Escribe Paco Mira
LA ITV CUARESMAL
Con el paso del tiempo, creo
que hemos mejorado, pero la intención sigue siendo la misma: salvar vidas.
Multas por exceso de velocidad, quitar aquello que nos distrae del volante,
cinturones de seguridad, controles de droga y alcohol, paso obligatorio por la
ITV todos los años, etc…
La cuaresma creo que es la ITV
personal de la vida del cristiano y del creyente. Todos los años, Padre Dios
nos da la oportunidad de pasar por el «taller cuaresmal», para comprobar que es
lo que tenemos que corregir, mejorar, sustituir, cambiar… para que nuestra
persona sea mejor de lo que lo es.
Claro, no siempre aceptamos de
buen grado el paso por la revisión, sobre todo cuando hablamos de coches. Pero
cuando hablamos de personas, a veces nos quedamos con la revisión externa de
cumplimiento anual, pero no nos quedamos
con lo interno que nos lleva a un cambio profundo en nuestra vida de cristianos:
nos quedamos con la confesión en semana santa (porque así lo estipula la
legislación eclesial desde hace tiempo), no comemos carne los días establecidos
para ello (miércoles de ceniza y viernes santo) y probablemente asistiremos a algún
viacrucis o procesión en nuestro pueblo si es menester.
Pero entiendo y creo que la ITV
que propone nuestro padre Dios es otra. Para ello nos da ciertas pistas o
pautas. La semana pasada nos invitaba al desierto. No de turismo, sino que
dentro de la crudeza del entorno, es un lugar propicio para encontrarnos con
nosotros mismos: desde nuestra humildad, sencillez, sin maquillaje tal y cómo
somos. Con tentaciones o sin ellas. La necesidad de querer no solamente
mirarnos a nosotros, sino dejarnos mirar por Dios. Abrir nuestro corazón a la
mirada de Dios.
Este fin de semana volvemos a
la ITV. Nuestra persona va a tener cinco oportunidades de reciclaje de nuestra
vida en esta cuaresma. Este fin de semana Jesús nos invita a subir a lo alto de
una montaña, también en lugar separado, nos va a invitar a la oración. Esto les
llevó a los que fueron con él, a exclamar, «qué bien estamos aquí». Me quiero
imaginar a los privilegiados – entre ellos Pedro – exclamando, ¡qué bien
estamos aquí!.
Si la primera semana se nos
invitaba a encontrarnos con nosotros mismos desde el desierto de la vida, ahora
se nos plantea cómo llevamos el tema de nuestra oración personal y quizás también
nuestra oración comunitaria. Hemos perdido mucha capacidad de comunicarnos con
Dios Padre, de hablar con él, de manifestarle nuestras inquietudes, de buscar
el hueco en nuestra ajetreada vida para hablar con él. Seguro que tenemos tiempo
para el deporte, para las series televisivas, para el disfrute de nuestra
familia, para la diversión con nuestros amigos, pero ¿para la oración?.
Ojalá que podamos afirmar, como
lo hizo Pedro en su momento, ¡qué bien estamos aquí!, y no lo hagamos en
momentos puntuales de cumplimiento, porque “siempre lo hemos hecho así”.
Amigos, tenemos otro reto por
delante. Ojalá que aprovechemos la ITV cuaresmal, para poner al día nuestra
maquinaria interior, coronaria… donde los sentimientos son los que nos llevan a
continuar adelante.
Hasta la próxima
Paco Mira