Escribe Paco Mira:
LA DEONTOLOGÍA EN LA DIACONÍA DEL FUNCIONARIO
Antes
de nada, he de decir que hay ciertas profesiones que son propensas a utilizar
la palabra, "deontología", es decir y según la RAE, el deber de hacer
ciertas cosas por la propia esencia de la profesión. Pero también entiendo que
todas las profesiones, han de saber hacer lo que tienen que hacer, o tienen que
hacer no solo lo que saben, sino lo que deben por su propia esencia. Me vienen
a la mente ciertas profesiones que son muy claras, especialmente aquellas que
tienen como bandera de los trabajadores la función pública: médicos, empleados
de hacienda, maestros y profesores, profesionales de un ayuntamiento, empleados
de la seguridad social, curas y religiosos, empleados de un supermercado,
profesionales de la medicina, empleados de la educación, empleados de
banca, etc...
Creo y entiendo que todos los
trabajadores se curran el sueldo que cobran a final de mes. Creo y entiendo
también que los funcionarios - a lo largo de la historia - no han tenido una
buena fama: ¿Ganada?, ¿sin justicia se le ha puesto? Y no han tenido buena
fama, precisamente por la garantía del propio trabajo: al tener un puesto de trabajo
por el que no puede ser despedido, pues hago de "mi capa un sayo" y
el peor parado somos todos aquellos que tenemos que acudir (que acudimos de una
forma o de otra) a una de esas mesas o ventanillas para ser atendidos. Es por
ello que reclamo y exijo: deontología, amigo.
Y exijo y reclamo, porque los
funcionarios, cualquier trabajo, están al servicio de aquellos que les dan de comer, y por ello exijo y reclamo
deontología, buen trato en definitiva a los que se acercan a consultar una y
mil dudas. El funcionario es una "diaconía" del servicio público. Es
el que sirve en lo público para lo público. Creo que ejemplos tenemos todos y
probablemente el covid19 agravó la situación o muchos se aprovecharon del
covid19 para que se agravara más todavía: personas mayores que tienen que hacer
cola desde las cinco de la mañana, a la intemperie, en una entidad bancaria, o
en la seguridad social para poder acceder a los escasos números que te permiten
entrar a resolver una duda. Dudas de una generación que no nació con las nuevas
tecnologías, aquellas que ahogan la comunicación verbal y de la que tanto
presumimos los seres humanos.
Pero poniéndonos en que por
desgracia tenga que ser así, por favor: un poco de amabilidad, de ternura, de
comprensión hacia el que no sabe, un poquito de paciencia con el que no acaba
de entender, un poco de saber gestionar emociones, impulsos, tiempos...¡Quién
no va a un médico y ni te mira a la cara y te pregunta qué es lo que quieres!;
¡Quién no va a un banco y la frialdad de un cartel que dice: pensiones hasta
las 11.00 y son las 11.10, y el personal ni te saluda, el dedo lo lleva al cartel!;
¡Quien no va a la seguridad social y la amabilidad radica en remitirte a una
página en internet que no dominas!... ¡Qué pena!. Deontología humana, por
favor.
Este fin de semana, Jesús nos
llevará por esa deontología: dichosos los pobres, los humildes, los sencillos,
los amables, los pacientes, los de palabra amable y sincera, los de corazón
abierto aunque no te conozcan... Dichosos, felices todos ellos porque el reino
de los cielos lo tienen ganado. Y lo tienen ganado porque saben acercarse al
que lo necesita, al que tiene que guiarse por unas luces que de otra manera no
conseguiría.
Ojo, en nuestra bendita
Iglesia, también: humildad de corazón, mansedumbre, paciencia, cordialidad,
servicio, y ganas de sinodalidad y corresponsabilidad. Aprendamos esta palabra:
deontología. Este fin de semana que celebramos la campaña contra el hambre,
¡cuánto servicio gratuito!.
Hasta la próxima
Paco Mira