Escribe Paco Mira:
QUIERO DECIR QUE SÍ, COMO TÚ, MARÍA
Creo que todos entendemos
que las nuevas tecnologías son indispensables. Les confieso que siento una
envidia sana por aquellos que le han dedicado, en su momento, horas y horas a
las nuevas tecnologías (ordenadores y programas, tablets, etc...) porque ahora
es tiempo que han ganado y se defienden cual pez en el agua.
Sin embargo en lo que ya no estoy de acuerdo es que las nuevas
tecnologías ahoguen el contacto físico y humano de las personas, y sobre todo
cuando la justificación es por el ahorro de costes en detrimento de los
usuarios: cuando en una entidad bancaria todo se hace "on line" y ya
no queda tiempo para la cita previa, para que el anciano o el joven no avezado
en las nuevas tecnologías, pueda solucionar sus problemas, pues complicado veo
la cosa; y si encima ya damos por hecho (desde la entidad bancaria, por
ejemplo) que tiene que ser así los modales o las formas hacia quien no lo
comprende o no lo entiende, no suelen ser las mejores; en algunos ayuntamientos,
por aquello de la cita previa, las colas al sol de justicia del sur de nuestra
isla maquilladas con una carpa, suelen
ser la imagen de lo que muchas veces criticamos y llamamos tercer mundo; no
digamos nada cuando le tenemos que decir al médico por teléfono que nos duele
la garganta o que tenemos un dolor en no sé donde y que el galeno tiene que
imaginarse y nosotros nos enfadamos porque no nos entiende.
Les confieso que estoy a favor de las nuevas tecnologías, pero
que estas no ahoguen al ser humano.
¿Por qué reflexiono con ustedes esto?. Porque el personaje que
este fin de semana nos presenta la liturgia es María. Ella podría - en el caso
de haberlas - haber utilizado las nuevas tecnologías o los correos de la época
para decirle a su prima la gran noticia de su embarazo y sin embargo decidió no
perder el tiempo en escribir ni en utilizar los correos de la época y
"salir deprisa a la montaña" para visitarla y, además, de viva voz
darle la Buena Nueva. Seguro que tardó un tiempo, en su estado y por los medios
de transporte de entonces, en llegar, pero mereció la pena.
Hoy, creo, nos está faltando ese contacto. Las nuevas
tecnologías nos están alejando del contacto necesario que favorecen las
relaciones humanas, sociales y crean vínculos propios del ser humano. María, la
mujer del sí de y a Dios. Hoy, que seguro que necesitamos más que nunca ese
contacto, prescindimos él. María, a pesar de todas las dificultades de la vida,
se fió, creyó y dijo que sí a un proyecto desconocido, desconcertante y a una
aventura que no se sabia el resultado.
Dios se fijó y se fija en la humildad de la gente como María,
por ello nacerá en un pesebre, que incluso nos llevará a pensar que quienes
somos nosotros para merecer tal premio.
Muchas veces me he preguntado si, como receptores de la Buena
Noticia, somos capaces de salir corriendo como María a anunciar esa gran
noticia; El encuentro de María e Isabel puede ser el encuentro de Dios con los
hombres y en más de una ocasión me he preguntado si me he dejado encontrar con
y por Dios; me he preguntado y he escuchado la voz de Dios como para anunciar a
los cuatro vientos que el mensaje de Jesús merece la pena.
La Navidad está a la vuelta de la esquina y María se nos pone
delante como modelo a seguir, a vivir la felicidad, a anunciar la buena nueva,
después de un encuentro con el mismísimo Dios.
Amigos, no es fácil la tarea, pero no imposible.
Hasta la próxima
Paco Mira