Escribe Paco Mira:
ME GUSTA ESTA IGLESIA QUE FALLA Y PIDE PERDÓN
Este fin de semana celebramos el día de la
Iglesia Diocesana. Si en cada Diócesis se celebra lo mismo, luego es como
celebrar el día de la Iglesia, el día de todas las Iglesias del mundo en una
sola. Mucho se ha escrito, se sigue escribiendo sobre la Iglesia. Muchos son
los enlaces que hay sobre ella y con matices y carismas muy diversos: según
creamos en alguno de ellos, diremos que tienen razón. Pero también es verdad
que pensamos que la Iglesia tiene tinte exclusivo de mitra, anillo, palacio
arzobispal, báculo, bonete, nombramiento de y en cónclave, soplo del Espíritu, etc...
Y yo, que soy Iglesia, resulta
que no he tenido nada de ello. Simplemente he tenido unos padres que por propia
convicción me han llevado un día a una pila bautismal y a partir de ese momento
formo parte de ese maravilloso mundo que llamamos Iglesia. Una Iglesia, la mía
y la de muchos que son como yo, que se equivoca (bendita equivocación), que
falla, que no sacamos cartas pastorales ni escribimos encíclicas; una iglesia,
la mía, que atiende a las colas del hambre independientemente de cómo los que
están en la cola le llamen al Dios en el que todos creemos; una iglesia, la
mía, que saluda, conversa, anima y llora con los que se acercan todos los fines
de semana a celebrar una fe, que algunos llaman la fe del carbonero, que es la
que está - en muchos casos - manteniendo las puertas abiertas de nuestros
templos.
Mi Iglesia es la que quiero que
se identifique con la pobre viuda del evangelio de este fin de semana que no
echa en el cepillo de lo que le sobra, sino que echa lo que tiene para
compartir con los que no tienen. Mi Iglesia es la que quiero que se identifique
con la humildad de quien nació pobre y humilde en un lugar cualquiera llamado
Casa del Pan, o Belén. Mi Iglesia es la que se debe identificar con aquellos
que buscan lo mejor para los suyos y huyen de sus lugares de origen por no ser
seguros. Muchos quedan en el intento y su ahogamiento sirve de fuerza a los que
vienen atrás.
Mi Iglesia es la que está
compuesta por personas que cometen errores y fallos. Es la compuesta por
aquellos que equivocan su vocación de servicio, con la tiranía y el abuso hacia
los débiles e indefensos; Mi iglesia es la que cuando anunció la buena noticia a quienes no la conocían, se
equivocó imponiendo la cruz que es servicio, con la espada que mata.
Pero mi Iglesia es la que
también pide perdón. Reconocer el pecado, el error y pedir perdón por ello, es
signo de sinceridad, honradez, y buen hacer. Esa es la grandeza de mi Iglesia,
de nuestra Iglesia y cuya fiesta queremos reconocer este fin de semana. No es
mi Iglesia, es nuestra Iglesia a la que el Papa Francisco invita a caminar
juntos. Nos invita a un Sínodo.
Cuando los seguidores de un
equipo de fútbol inglés (del Liverpool) le cantan a su equipo "nunca
caminarás solo", me acuerdo de nuestra Iglesia. Nunca, a pesar de las
imperfecciones, fallos y pecados , caminaremos solos. Siempre tendremos al
Maestro que nos ayude.
Por eso en nuestra Iglesia
tienen que tener cabida todos los que actúan de buena fe: los de mitra y los de
sin ella, hombres y mujeres que tienen que tener la responsabilidad y valía que
le atesora su propia fe y conocimiento. Me gustaría que nuestra Iglesia sea una
Iglesia abierta, acogedora, casi de calor maternal que acaricia y abraza como
una madre a un hijo, pero también que corrige y reprocha cuando hacemos las
cosas mal.
Nunca la juzguemos sin conocer.
Te quiero Iglesia y quiero caminar contigo. Camina con los signos de los
tiempos. Abre los brazos como el padre de la parábola a tantos hijos e hijas
que no han comido otra cosa que algarrobas. Quiere a los que tienen el amor
como bandera, sea cual sea su signo y color, porque no nos olvidemos que Dios
es amor.
Felicidades Iglesia, entre otras
cosas, por pedir perdón
Hasta la próxima
Paco Mira