Escribe Paco Mira:
EN VERANO, TAMBIÉN LA MASCARILLA
Pues se ha convertido en un complemento más de
nuestra vestimenta. Aquello que puede ser muy polémico, se ha convertido en
artículo de primera necesidad y del que no podemos prescindir, incluso por
imperativo legal. Tanto es que se ha convertido en un complemento a la
vestimenta, que lo comprobamos en la cantidad de mascarillas que con un motivo
u otro sale al mercado: diferentes colores para que me peguen con la ropa, con
alguna alusión a la empresa en la que trabajo, con alusión al año santo
jacobeo, en recuerdo de algún acontecimiento importante, con algún dibujo
alusivo a algún motivo, o sin motivo alguno, etc... La mascarilla es
obligatoria.
Pero incluso nos hemos rendido
a la evidencia de tener que ocultar nuestra sonrisa, de que no se nos entienda
cuando hablamos, de que nos tengan que corregir con frecuencia porque no la
tenemos bien puesta, de que nos cierren la puerta o no nos dejen entrar en
algún establecimiento por no llevarla, e incluso se puede convertir en un
peligro porque nos pueden agredir cuando le llamamos la atención a alguien que
no hace un correcto uso de la misma, como le pasó a un enfermero en el metro.
Nos vamos de vacaciones, los
que las tengan claro. Porque esa es otra. Ha sido un año duro y complicado y en
muchos casos con economía escasa, precaria y con ayudas que decimos que no nos
llega, pero ¡nos vamos de vacaciones!. Suerte la de muchos que sus números en
vez de restar, suman.
Y en la maleta, en la mochila,
no podemos olvidarnos de las mascarillas. Da igual el logo de las mismas.
Algunas sacaran con motivos veraniegos. Pero además creo que debemos tenerlas
presentes. La mascarilla nos evita ciertos riesgos y uno de ellos es que en
este verano pensemos que Dios también coge vacaciones, que tiene un cartel en
el hotel del cielo que pone: a la vuelta nos vemos o llámeme a la vuelta.
Ojo: esas vacaciones también
las pensamos los que estamos metidos dentro de la pastoral. El otro día
comentaba con un amigo que a veces la buena voluntad no es la mejor de las
compañías, puesto que en vez de favorecer la expansión de buena noticia,
enredamos la misma y creamos más confusión de la que ya existe. Por ejemplo: ¡
cuántos catequistas nos preguntan: cuando sean las preces, me avisas para
salir!. Es decir que no sabemos en qué momento de la celebración son las
preces; ¡ cuando sea el salmo, no te olvides de darme un toque!. Por eso digo
que la buena voluntad no es, a veces, buena compañera.
Quiero también la mascarilla
para evitar el riesgo de no tener un ratito de oración veraniega. Aquí en
Canarias, como en otros lugares, las puestas de sol o los amaneceres son
propicios para dar gracias al Creador. Para poder compartir la belleza de lo
creado; Quiero también tener la mascarilla para evitar el riesgo de convertirme
en egoísta y no compartir un ratito de mi tiempo con el que está solo, con
quien no tiene compañía, con quien no tiene con quien charlar.
Quiero también la mascarilla
para evitar el riesgo de no tener una sonrisa invisible, de una sonrisa con los ojos, que se me note, de
no tener un silencio oportuno, una mano amiga, un abrazo inesperado... con
aquellos que seguro que van a la playa conmigo y que están deseando un gesto de
mi parte.
El evangelio de este fin de
semana, nos viene a recordar que el gran mensaje del Padre, es que creamos que
el trabajo y la Buena Noticia tienen un nombre que no debemos olvidar: Jesús de
Nazaret. Ojala que la mascarilla me evite el riesgo de mirar solamente al cielo
y esperar a que me llegue el maná, sin currar aquí en la tierra.
Como tampoco debemos olvidarnos
de la mascarilla, para evitar los riesgos que antes he mencionado y otros que
podamos descubrir, cada uno los suyos. Por cierto Feliz Verano
Hasta la próxima
Paco Mira