DIARIO DE UN CURA:

RESTAURACIÓN

Una de mis hermanas, cuando me llama, siempre  empieza con  la misma pregunta: ¿Hay alguna novedad?

Y mi respuesta también suele ser siempre la misma.

-No, nada. Todo sigue más o menos  igual.

Pero no, no  es verdad.  Cada día ocurren muchas cosas nuevas. Nuevas e interesantes. Ayer mismo me propuse ir anotando en mi Diario las distintas novedades  de la jornada. Y resulta que en la oración de la mañana,  el salmo decía: Oh Dios, restáuranos. Que brille tu rostro y nos salve. 

Restáuranos, qué casualidad. Porque, no me lo van a creer, pero ayer mismo, a eso de las 9,30 de la mañana se llevaron  la imagen de la Virgen de Candelaria, la patrona del pueblo, que necesita ser restaurada. Y, un ratito antes,  una señora me llamaba para compartir su pena y hasta sus lágrimas porque ya sabía que durante algún tiempo no va a poder ver a su Virgencita, a la que visita cada día para orar ante ella.

Me conmovió el dolor y sensibilidad  de aquella mujer. Luego comprobé que no era cosa de una sola mujer. Arriba, en el camarín donde está la imagen de la Virgen, habían otras personas: Juan Jesús, Alexis, Aurelio, Vanessa, además de Amparo, la restauradora.  Y el ambiente que,  normalmente entre nosotros es de alegría y buen humor, ayer, mientras los de la empresa del traslado bajaban y “amortajaban”  la imagen, parecía más propio de un duelo.

            Qué bueno que haya esta sensibilidad. Que las situaciones sociales y religiosas nos afecten porque las hacemos nuestras.  Durante la mañana algunas personas llamaron o se acercaron para conocer más de cerca lo que estaba ocurriendo con una imagen que durante siglos ha sido vínculo de unidad en el pueblo.

¿Hay alguna novedad?

 

Paqui me llama más tarde para contarme la  situación de una familia muy necesitada que solicita ayuda en Cáritas y  Esperanza me pregunta por la persona fallecida.  Marimar me manda la canción “Adios Reina del cielo”  y Aythami me cuenta lo de su próxima boda.

La tarde tampoco está ausente de novedades. Me toca compartir el momento duro de la despedida de Ángel. Y el momento agradable de conversación con Dámaso y Liliana.

            Cuando ya va anocheciendo, parece que todo empieza de nuevo. Una misa con un vacío que impacta a todos. Y un mensaje de  cuaresma que invita a que también nos restauremos nosotros. Restaurar una imagen es costoso. Pero  ahora la Palabra habla de restaurarnos nosotros.  Cuando las canciones hablan de conversión y de cambio me están  diciendo que también yo, también la comunidad, necesita una buena restauración. Porque el tiempo o el abandono nos ha ido   deteriorando.  ¿A dónde iré para que me restauren?

La tarde acaba bien. Sin haberlo propuesto, después de la necesaria limpieza de los bancos del templo, Antonio, Juana Fefa, Loly  Inma  y Alexis nos reencontramos con ganas de hablar, reir y tomarnos juntos un café.

Mi hermana  volverá a llamarme mañana mismo.

-Suso, ¿Alguna novedad por ahí?

Y esta vez tendré que decirle que sí. Que, como todos los días, hay mucho e interesante que contar.

Oh Dios, restáuranos. Que brille tu rostro, como el de María, y que nos salve.