DIARIO DE UN CURA

LA VIDA TE DA SORPRESAS


“La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”. Eso, al menos,  decía la canción.  Y en esta semana, después de un agradable encuentro de amigos,   me he puesto  a recordar y revivir  los momentos que más me han sorprendido. El café ha servido de excusa  para dialogar, reír y compartir situaciones  inolvidables con personas de la familia y amigos de  Ingenio, Vecindario, Cruce de Arinaga, Tamaraceite, Ojos de Garza...

Tal vez es que hoy he amanecido lleno de optimismo porque ¡miren las cosas que he visto y escuchado!.

Hace sólo dos días, algo tan sencillo  que me llegó al alma. Un cargo  político del cabildo entra por motivos de su trabajo a la Iglesia. Y lo primero que me pregunta es… que dónde está el sagrario para saludar al Señor.  Me impresionó.  Y se lo contaré a los feligreses.   

Y también esto. Fui a visitar a un familiar enfermo en el Hospital.  Y, haciendo honor al nombre del centro, lo que más encontré  allí fue hospitalidad, amabilidad, atención. Cuando le di el sacramento de la Unción a la persona que visitaba,  sentí que aquello que decía  la plegaria  (“la oración de fe salvará al enferma y el Señor la curará”) se cumplía íntegramente con la ayuda de Dios y el cuidado del grupo sanitario  de Alexis.

Una joven del grupo que se quiere confirmar  en la Parroquia del Cristo me  dice que su libro preferido es el de los Salmos.  Y, desde mi interior, efusivo, dije  con el salmista“¡Aclama al Señor, tierra entera!”

La verdad es que tengo suerte. Se tropieza uno cada día con gente buena. Y algunas lo son tanto que, encima, se olvidan de sí mismas y quieren que se reconozca lo bueno… de los demás. Por ejemplo, a Bartolo Suárez, amigo ya  fallecido y a Candela Martín le hicieron  ayer mismo un pequeño homenaje por el buen ejemplo de su vida.

Todos tenemos motivos para agradecer. Ocurrió lo mismo con Daniel y su equipo que me pidieron firmar  una solicitud para declarar Hijo Predilecto a un vecino  que ya, de por sí,  es ya bastante predilecto.

Y más sorpresas. Muchos días, cuando abro la iglesia,  encuentro debajo de la puerta un sobre con algo de dinero. Después de preguntar a distintas personas pude saber que el generoso anónimo es Manolo, un buen señor a quien no le sobra el dinero, ni mucho menos. Ni es de los que frecuentan demasiado el templo. ¿No es sorprendente?  

Fabián, con apenas 17 años, apareció un día para decirme  que los días de confinamiento le habían hecho pensar en  tener un mayor acercamiento a Dios y a la iglesia. Muchos pensaron que, tal vez,  no aguantaría mucho. Pero ha pasado casi un año, y Fabián sigue fiel a lo que se comprometió.

Pero también sorprenden los mayores. Saro de unos 90 años, casi saltó  de alegría cuando  vio entrar al cura a llevarle la comunión.  Me entusiasma  ver a personas mayores como  Juan o Teresita a quienes les alegra más  poder comulgar que cualquier otro regalo material. Cuánto hay que aprender todavía.

Juan, un joven  condenado a hacer  el Trabajo en beneficio de la Comunidad en Cáritas, quiere ahora apuntarse  como voluntario en el grupo. Todo, porque le impactó encontrarse de cerca con los problemas de mucha gente y por el buen  servicio que hace el voluntariado de Cáritas.  ¿No creen ustedes que, de verdad  estas cosas impresionan? 

A mí sí. Es cierto es  que la vida te da sorpresas. Y muchas tan buenas como éstas.