Escribe Paco Mira:
¿A QUIÉN LE AMARGA UN DULCE O UNA BODA?
Llevamos ya ocho meses afectados por la
pandemia ( y parece que a peor la mejoría) del coronavirus y, dejando a parte a
los irresponsables, al resto nos está costando llevar o sobrellevar esta
situación y más en concreto a quienes más directamente la han sufrido o la
están sufriendo por haber enfermado, o haber perdido a un ser querido, o
haberse quedado sin trabajo. Pero también se hace pesado a quienes, no viéndose
gravemente afectados, son responsables para llevar la mascarilla, se ponen gel
hidroalcohólico, guardan la distancia de seguridad, respetan los protocolos
establecidos, soportan colas interminables en los comercios o en los centros de
alimentación... Aunque se procura llevar esta situación lo mejor posible, el
ánimo suele estar bajo y en más de una ocasión nos dan ganas de arrojar la
toalla, protestamos, manifestamos cansancio y tenemos ganas de volver ya a la
normalidad.
Pero en más de una ocasión he dicho que
dentro de lo malo del covid19, siempre se puede sacar algo bueno y es que este
bichito lo que hizo fue zarandearnos hasta casi dejarnos desencajados para que
nos replanteemos infinidad de cuestiones que hasta ahora creíamos que hacíamos
bien, pero que ahora ya no encaja. Socialmente dependemos mucho más de las
máquinas (ordenadores y teletrabajo o teleasistencia), de los teléfonos, de la
lejanía y falta de contacto, de ver las cosas con otra perspectiva aunque
muchas veces no logremos entenderla.
Y a nivel de fe, creo que pasa lo
mismo. Nuestra pastoral tiene que cambiar o al menos adaptarnos por el momento
a los nuevos tiempos. Puede ser un signo de los tiempos (eso que el Vaticano II
nos decía que había que estar atentos) que tengamos nuevo Obispo y que coincida
con el replanteamiento de muchas cosas. Pues a lo mejor es como la película de
Garci, " volver a empezar", pero sin miedo a romper papeles y
estructuras, a quemar viejos estilos y costumbres ancestrales, etc... Ánimo D.
José.
Pero ¿a quién no le gusta una boda?. ¿A
quién no le gusta, desde la sinceridad de los contrayentes, participar de la
alegría de la fiesta bien entendida. ?. Es el ejemplo que Jesús nos pone este
fin de semana y es el ejemplo que a nosotros nos tiene que valer en nuestra
vida de fe. Varias veces hemos escuchado que esta pandemia, con toda su dureza,
es una ocasión para ofrecer un testimonio de fe. Un testimonio no solo de
palabras, sino también de contenidos de fe, un testimonio práctico. La fe se
nos tiene que notar, sino no estamos cumpliendo con lo que decimos que creemos.
La fiesta de una boda no tiene que ser
más que el testimonio público de lo que he realizado con anterioridad, por eso
me alegro y lo comparto, por eso soy feliz y quiero que los demás sean testigos
de de esa felicidad. Y nuestra fe debe ser el reflejo de la felicidad que
decimos que tenemos por creer en un tal Jesús de Nazaret.
Pablo en la carta que le manda a sus
amigos de Filipos, les dice que "está
entrenado para vivir en la pobreza y en la abundancia", como en las
bodas: en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad... y
Pablo sigue diciendo "Todo lo puedo
en Aquel que me conforta".
¿Quién nos conforta a nosotros?.
Muchos, ante los momentos de dificultad hemos puesto en entredicho hasta al
propio Jesús, pero Pablo, en lo bueno y en lo malo, Dios siempre está con
nosotros.
Hasta la próxima
Paco Mira