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Escribe Paco Mira:
¿SÓLO 490 VECES?
Los que peinamos algunas canas, nos acordamos - por desgracia - de una época que ojala que no se repita nunca más en nuestro país, aunque todavía anda de moda en muchos otros: en la década de los 80 tuvo su auge la banda terrorista ETA. Una banda donde la sinrazón tenía su palabra y sus argumentos eran exclusivamente las balas. Todo un fundamento.
Uno de los
atentados fue el de un teniente coronel de infantería en Bilbao. A los veinte
días, un periodista de una conocida emisora de radio, entrevistaba a uno de sus
hijos. El periodista preguntaba, "
si tuvieras delante a los asesinos de tu padre, ¿qué les dirías?. Se hizo
el silencio por unos momentos en la radio y después de un suspiro, el hijo
dijo: les perdonaría. Porque odiándoles
toda la vida no solucionaría el problema, y yo viviría amargado. La verdad es que aquella afirmación, en
aquel tiempo y creo que ahora también, dejó a todos con la boca abierta.
Y es que cuando
abrimos el libro de la historia de la humanidad constatamos, no sin dolor, que
ha sido necesario dedicar un enorme número de sus páginas a narrar la guerra:
peleamos y nos dividimos por el poder político, económico, racial y hasta
religioso. En un escenario mundial, atravesado por conflictos de todos los
órdenes se oye con más fuerza la llamada a tender puentes de reconciliación que
ayuden a frenar la espiral de violencia que tanto dolor y orfandad siembra en
personas, comunidades y pueblos enteros. En la propuesta de Jesús, la
reconciliación hunde sus raíces en la capacidad de perdonar al injusto agresor
para reiniciar el camino y abrir espacios a la esperanza.
El testimonio del
hijo del militar me dejó y me deja sin palabras y con unas cuantas preguntas
que hace que el corazón se acelere más de la cuenta: ¿cómo se puede perdonar al
causante de tanto dolor, del que dejó huérfanos y viuda?; ¿cuánto valor se ha
de tener para, yendo más allá del perdón, sanar las heridas de quienes nos han
infligido tanto daño?.
El evangelio de
este fin de semana es como una ecuación matemática. 490 es el resultado de
multiplicar 70 por siete, a la pregunta de ¿cuántas veces he de perdonar?. Pero
claro, seguro que en nuestra vida se presentan más de 490 ocasiones en las que
tenemos que poner a prueba la pregunta que se le hace a Jesús. Situaciones
diarias que no son nada fáciles: en las relaciones familiares, con los hijos,
con la pareja, en el trabajo, con la situación política, con los vecinos....
incluso con el propio Jesús: ¿Cómo, con la que está cayendo, no soluciona estos
problemas?. Pues me cabreo, me enfado y no te perdono. No es extraño ver a la
gente enfadada con los santos a los que incluso a algunos los ponen contra la
pared en el congelador de la nevera de casa.
No será la primera
vez que oímos, que perdonamos pero no olvidamos, o que olvidamos pero no
perdonamos. Sea cual fuere el resultado de la ecuación, el perdón está lejos de
la intención de quien lo hace.
Por eso no es
fácil el evangelio: tomar la cruz y seguir, reprender al hermano o a la
comunidad evangélicamente hablando y ahora perdonar incluso al enemigo. Por eso
muchos se bajan de este maravilloso proyecto o muchos sencillamente no se suben
al mismo porque el compromiso es tan exigente que no está hecho para todos,
aunque todos están llamados a ello.
Amigos, perdonemos
y olvidemos. No nos olvidemos que la vida sin perdón es una vida amargada. Se
que no es fácil, pero sí merece la pena intentarlo.
Hasta la próxima
Paco Mira