Escribe Paco Mira:
PRIMERAS COMUNIONES EN OCTUBRE: ¿RESPONSABILIDAD O
IRRESPONSABILIDAD?
Una de las consecuencias
del covid, fue el poner patas arriba todas las agendas. Los que tenemos que utilizarlas porque probablemente
ya la mente no tiene la lucidez necesaria para recordar todas y cada una de las
fechas, resulta que un virus trastoca todos los planes y lo que se había
apuntado hay que reubicarlo en otro lado o sencillamente borrarlo porque ya no
tiene cabida, ¡cuántos planes ha trastocado!.
Ha trastocado y sigue trastocando, y si
no que se lo digan a tantas y tantas ciudades y pueblos de España que creyendo
que estaba todo arreglado, resulta que hay que dar marcha atrás porque las
cosas no se estaban haciendo bien. Leía, días atrás, que en Suecia, el gobierno
simplemente había recordado a la población lo que no podía hacer si querían
erradicar en mayor medida el virus. No hicieron falta medidas sancionadoras, no
hizo falta confinar nada... sencillamente el pueblo sueco se sintió responsable
y actuó en consecuencia.
Pero he ido al diccionario a buscar la
palabra responsabilidad. Esa palabra que tanto está en boca de muchos de
nuestros dirigentes, que tanto se nos recuerda, que se nos dice que cumplamos y
actuemos como tal... y el diccionario me responde que responsable es aquella
persona (entre otras definiciones) que es digna de crédito. Es decir: fiable.
En nuestra vida de fe y con las
primeras comuniones, me viene a la mente nuestra credibilidad, es decir nuestra
responsabilidad. Es verdad que el virus nos ha impuesto una distancia social,
pero no una lejanía absoluta y total de aquello que decimos que creemos y
amamos, y llamamos Jesús de Nazaret. Hemos pasado de la primavera eclesial al otoño
eclesial. Hemos pasado de la alegría de la primavera, sol, calorcito, bullicio
de niños en plazas y jardines.... a la caída de la hoja, tiempo fresco, colegio
que impone tareas y los niños ya no están en plazas y jardines.
Me ha decepcionado que en todo este
tiempo en el que hemos podido compartir la fe - con aforo limitado - que todos
esos padres no se apuntaran a la responsabilidad de acercarse con sus hijos a
compartir la fe indicándoles a ellos cual ha de ser el camino de un verdadero
seguidor de Jesús. Era curioso como en nuestras celebraciones, solamente había
niños que iban con sus abuelos, probablemente porque no tenían con quien
quedar: ¡qué grandes los abuelos!.
Sigo apelando a la responsabilidad y a
la credibilidad para que demos a nuestros hijos aquello que creemos que es
importante, no le demos algo en lo que nosotros no creemos o peor todavía, que
no damos ejemplo de ello. Seguro que puede ser como el evangelio de este fin de
semana en el que el dueño manda a trabajar en su viña, le dice que no, pero
luego se arrepiente. Los padres, con los hijos, ahora han vuelto, porque la
fecha se aproxima.
Muchas veces decimos que no a infinidad
de cosas, incluida la fe, pero los avatares de la vida nos llevan a
arrepentirnos y hacemos aquello que creemos que tenemos que hacer. Tenemos un
Dios que siempre es el de las segundas oportunidades. Tenemos un Dios que nos
sigue invitando a su viña, aunque le digamos que no mil veces. Siempre estamos
a tiempo de ir.
Ojala que las primeras comuniones de
nuestros hijos no se queden en el tiempo del otoño, sino que, a pesar del mes
del calendario, sea siempre primavera, alegría, jovialidad... y vayamos a la
viña, aunque en alguna ocasión le digamos que no.
Hasta la próxima
Paco Mira