Escribe Paco Mira:

"UN POCO DE ESPÍRITU, 
POR FAVOR"

                No hace mucho, viendo un programa de televisión (de bastante audiencia, por cierto), el presentador comenzaba diciendo que iba a hablar de la edad. Y resulta que él tiene cuarenta y ocho años reales, por almanaque, pero que  genéticamente tiene unos cuarenta y dos años. Claro los compañeros de programa que estaban con él, empiezan a preguntarse que cómo se puede hacer una distinción de edad de esa manera y él dice que ha pasado unas pruebas: estudios genéticos, fuerza en las manos, etc... y concluye que es más joven - o al menos se siente así - que lo que le pone el carnet de identidad. Claro, una cosa es la edad y otra, el espíritu de esa edad.
         Traigo esto a colación, porque este fin de semana es Pentecostés. Dicho de otra manera: el nacimiento de la Iglesia de una manera oficial. Claro si le hacemos a nuestra querida Iglesia la prueba del presentador de televisión, de cuántos años puede tener, pues a lo mejor nos llevamos una sorpresa o por el contrario creemos que estamos dentro de unos parámetros que podrían ser mejores o de otra manera. Podemos tener dos mil años y ser joven o dos mil y...
         Nuestro "amigo cobid 19", probablemente sea el termómetro de muchas cosas a partir de ahora. Cosas que nos parecían intocables y que en un intervalo muy cortito de tiempo nos ha llevado a plantearnos la vida de otra manera y de otra forma. En dos meses hemos pasado de la poltrona y de estar bien y que no nos muevan, de iglesias abiertas y que entre el que quiera,  a una situación que en algunos casos se me antoja hasta dramática. Se ha producido un cambio, que incluso intuyo que hasta no puede ser malo.
         Claro, a nivel eclesial, probablemente ahora estamos viendo la medida de nuestro compromiso evangélico. A partir de ahora vemos como es nuestro testimonio pascual de un Jesús resucitado ante la sociedad que nos rodea: si ahora que están abriéndose los templos y a los que por el momento no debe ser factible para las personas mayores, por ser potencialmente de riesgo y la asistencia no es mucha, luego lo que teníamos era un cierto espejismo de una generación que gracias  ella mantenía las puertas abiertas.
         Ahora que celebramos Pentecostés, es cuestión de pedir un poco de Espíritu y si puede ser con educación: por favor. Seguro que cada vez hay más los que dicen que creen en Dios, pero no en la Iglesia ni en los curas. Sin duda no les falta razón y tiene que ser así: Dios primero y antes que nada, pero también hay que plantearnos por qué la segunda parte no acaba de encajar.
         Nuestra querida Iglesia, aquella que surgió con un montón de dudas en Pentecostés, que incluso tenían las puertas cerradas por miedo, da la casualidad que hoy también tiene un montón de dudas, también tiene un montón de puertas cerradas, tiene miedo a abrirse... y es que es maravilloso que esa Iglesia no es algo abstracto, sino que está formada por un montón de gente bautizada y que formamos eso que precisamente llamamos Iglesia.
         Gente que somos caminantes de los tiempos y de diferentes lugares; caminantes de la historia de la que formamos parte con aciertos, pero también con un montón de errores y que gracias a que los reconocemos somos capaces de levantarnos y de continuar adelante. Pero eso no se podría hacer, si nuestro Espíritu no nos impulsara a ello.
         Dice el evangelio de este fin de semana que "a quienes les perdonen los pecados...". El cobid 19 nos quitó la venda de cosas que podemos hacer sin tener por qué marcarnos una fecha. Muchos se lamentan de no poder despedirse de sus seres porque no esperaban esto. Aprovechemos Pentecostés para la escucha, el diálogo, la sonrisa, el silencio... dejemos que Dios hable por medio de los acontecimientos y escuchemos lo que nos dice: "La paz esté con ustedes".
         Feliz día, también,  de Canarias
         Hasta la próxima
         Paco Mira