Escribe Paco Mira:


 ¿HAY ALGO BUENO, DENTRO DE LO MALO, EN EL CORONAVIRUS?

            Volviendo un poco al hilo conductor de la semana pasada en la que les contaba un poco parte de la historia de mi abuela, claro yo le preguntaba que cómo seria el "después" de aquellos desagradables acontecimientos bélicos. Claro, ella me decía que ya la vida no podía plantearse de la misma manera, porque los hechos históricos, aunque no quisieran, obligaban a que fuera la vida de otra manera. Nada sería, ni podía ser, como antes. Aprendieron a valorar aquello que tenían, pero que se les esfumó de una manera nada pensada. Muchos seres queridos se fueron sin un hasta luego o un adiós.
         Estos días, cuando pensaba cómo reflexionar estos domingos, me venía a la cabeza - no solamente a mi abuela - sino el cómo será el después. Mejor todavía, ¿aprendimos algo bueno de lo malo?; incluso también podemos preguntarnos si,  ¿de lo malo se puede sacar algo bueno?. Pues yo creo que sí. Creo que podemos empezar a tomar recortes de muchas cosas que hasta ahora, como autosuficientes, no hacíamos y que ahora podremos empezar a valorar y a tener en cuenta.
         Vivíamos (¿vivimos?) en un mundo que corría o corre demasiado deprisa. Es más, tenemos prisa en la desescalada, queremos, no cumpliendo con los protocolos establecidos, que la vida vuelva a tener la velocidad que tenía tan solo hace dos meses. Sin embargo creo que la señal de stop tiene que ponerse delante de todos y cada uno de nosotros. Ya no puede ser la vida como antes.
         Nuestro mundo tenía tanta prisa que no teníamos tiempo para las conversaciones familiares, entre padres e hijos, entre matrimonios. Creo que es bueno que ahora nos planteemos tener como obligación esa conversación. Provocar y buscar ese espacio. Teníamos prisa para acostarnos porque al día siguiente el trabajo era duro y no teníamos tiempo para compartir como nos había ido el día. Apaguemos el tv y dediquemos tiempo a compartir. Teníamos prisa para vestirnos por la mañana, para el desayuno, para llevar los niños al colegio.... y no acabamos disfrutando  nada de nada.
         Teníamos prisa en nuestra vida, que no demostrábamos nuestros sentimientos. No dábamos besos, no acariciábamos, no abrazábamos, no visitábamos.... a muchos de esos a los que no teníamos tiempo para cumplir con lo anterior, ya están en la casa del Padre y ahora seguro que si volviéramos la vista atrás le daríamos todo lo que no dimos en su momento. Aprovechemos a partir de ahora para compartir sentimientos, para besar, para acariciar, para abrazar... no nos quedemos con la tristeza de no haber cumplido con la obligación que el corazón nos impone.
         Este fin de semana, el evangelio nos habla del Espíritu de la verdad y del amor del Padre y del Hijo. El Espíritu no es algo imperativo e impositivo, es un Espíritu de amor que nos lleva a descubrir a los demás como parte de nosotros y a los que tenemos que amar como él nos ha amado.
         También hasta ahora teníamos prisa. Esa prisa nos llevaba a no tener tiempo para el Padre, como muchos hijos no tuvieron tiempo para sus padres. Es un tiempo nuevo y así tenemos que verlo,  y que tenemos que plantearnos la vida de otra manera. Tiene que morirse la prisa, tenemos que tener tiempo o buscarlo para compartir aquello que es importante. Quien está convencido de lo que realmente vale la pena, les pasa como a los Apóstoles que imponían las manos, y la gente se llenaba de lo que realmente merece la pena.
         Ojala, que dentro de lo malo, aprendamos algo bueno
        
         Hasta la próxima
         Paco Mira