Escribe Paco Mira:
PERO, ¿NO ME CONOCES?
Cuando llegan los carnavales, y uno se pone algo encima con la
finalidad de divertirse, de que no lo conozcan, de disimular para ser
diferente...siempre pregunta, pero, ¿no
me conoces? Si quien se disfraza lo hace con gusto seguro que el otro
interlocutor responderá pues no. Incluso hay veces que a quien le preguntamos
es alguien muy cercano: padre, madre ... alguien con quien habitualmente
convivimos y nos rozamos. Pero la respuesta es clara: pues no te conozco.

Cuento esto, porque creo que a nivel de
fe, nos puede pasar como aquella pareja que iba camino de la aldea: ¿quién iba
a pensar que nos íbamos a quedar sin semana santa presencial, por ejemplo ?.
Muchos cristianos han (¿hemos?) tenido que hacer una recomposición mental para
adaptarnos a la nueva situación: las nuevas tecnologías nos han permitido ver y
participar del servicio, sacrifico y resurrección en la distancia.
Para la gente que iba camino de Emaús,
que aquel hombre en el que habían confiado, lo hubieran matado, supuso un antes
y un después, supuso una ruptura que nadie se esperaba, supuso que todos los
esquemas mentales y personales que se habían creado, se cayeran por tierra.
Pero triste es también que aquel hombre preguntara que qué es lo que había
pasado para que todo el mundo estuviera triste. Pues debes de ser tú el único que no sabe lo que ha pasado. Dice el
texto, que lo reconocieron donde tenían que hacerlo, en la fracción del pan.

La grandeza de un tal Jesús de Nazaret
es la de provocar un antes y un después en nuestras vidas. Unas vidas que
tienen que estar marcadas por esa fe que se tiene que compartir, por coger
fuerzas gracias a un Pan que se parte y se reparte. Comenzaba estas letras
diciendo, pero, ¿no me conoces?. Me
quiero acordar de aquellos que a través de su móvil personal hacen posible que
muchas familias se encuentren en un hospital a través de la distancia; ¿no me
conoces? y me acuerdo de aquellos que se están contagiando pero quieren seguir
en la brecha porque la vida de otros es más importante que la propia, donación
y entrega total.
¡Que pena que no conozcamos o no
queramos conocer al Jesús del siglo XXI. Es un Jesús que camina con nosotros,
que baja a la aldea, que viene al Emaús de nuestras vidas, que está en los
avatares diarios y que a veces no son los mejores.
Ojalá que podamos decirle siempre:
quédate con nosotros, porque la tarde va declinando, pero quédate para siempre.
Hasta la próxima
Paco Mira