SOLO EN CASA
Y no únicamente yo. Es verdad que muchos
tienen familia y las horas pueden ser
más amables. Es de desear. Pero hay otros muchos que hemos quedado confinados
y, para mal o para bien, tenemos que convivir solos entre las paredes de la
casa.
Hoy es el primer día de esta alerta por
el coronavirus y uno piensa cómo van a ser estos quince días que quedan por delante. Pero no me quejo. A estas horas
de la noche que escribo, el día no se me ha hecho largo, ni mucho menos. Se me
ha hecho distinto. Muy distinto. No he celebrado misa. Seguí la de TV2 celebrada
por el cardenal de Madrid Carlos Osoro.
Dos
veces abrí la iglesia para mi oración y, por si alguna persona, de paso a otras
obligaciones, querían saludar al Señor. Algunas pasaron, sí: Loli, Inma, Lina,
M. Lola, Pepe Juan…
El
teléfono ha sido una herramienta usada constantemente. Avisos, diálogo con
cáritas, oración en común con mucha gente, saludos a los familiares y amigos.
Incluso
he tenido algo de siesta. Y lectura
reposada del periódico. Y ejercicios físicos por la mañana y por la tarde. Mens
sana in corpore sano. O intentarlo, por lo menos.
Sergio
el de la Floristería vino cargado de flores. Yo sé que estamos en cuaresma y
que no hay misas, me dijo. Pero que sean un mensaje de esperanza para que haya
solución para este problema.
El
tiempo cunde. Busqué libros. Y empecé por “Cristian@s en la izquierda” de
Antonio Quintana. Me gustaron los testimonios de Chani Vega y de González
Viéitez. Y sólo estoy empezando.
Los
grupos de wasaps de la parroquia, muy activos: cantos, oraciones, reflexiones y
humor, mucho humor. Como si se hubieran
puesto de acuerdo con el profeta Nehemias
de la oración de Laudes de hoy mismo: “Hoy es un día consagrado a nuestro Dios. No
estén tristes, pues el gozo en el Señor es su fortaleza” (Ne 8,9-10)
Con
esa fortaleza que da el gozo en el Señor quiero comenzar estos 15 días de
confinamiento responsable. Que el Señor nos ayude a todos. Ojalá. Y que nadie
se sienta solo. Aunque esté sol@ en casa.