Escribe Paco Mira:
FELICIDADES: ¡HA TOCADO LA
LOTERÍA!
No me digan que
no. Todos estamos con los ojos puestos en lo que este domingo un grupo de niños
de un colegio maravilloso, llamado san Ildefonso, vayan a ir cantando – para
algunos de forma monótona – (pero ¡qué bien suena) – y nosotros comprobando si
esa ilusión numérica se traduce en una alegría que nos permita seguir adelante.
Dicen que el dinero no da la felicidad. Yo lo creo, pero todos deseamos vivir
un poquito mejor.
Recuerdo, cuando
era pequeño, que mi abuelo lo de la lotería era todo un ritual: a cualquier
comercio que se acercaba, a cualquier lugar que tuviera lotería, siempre salía
con una participación, mínima, pero participación. Nunca le tocó nada, pero
esta época era todo un clásico, y vivía la misma con ilusión infantil, sin
serlo.
En la época de
María, la de Nazaret, no se jugaba a la lotería. Seguro que habría otros
juegos, pero ese no. Pero a ella, sin jugar, sin comprar números, sin ir a la
administración…. Le tocó. Es más: la administración fue a ella. El susto me
imagino cómo sería. La sorpresa sería mayúscula. Su compañero de fatiga y a la
postre su futuro marido…. No se cree nada de lo que está viendo, viviendo y
seguro que sintiendo.
Pero a María le tocó la
lotería.
El premio, como
todos los grandes premios, es suculento. De los que no se olvidan jamás. Es un
premio que hoy, no sé si todos estaríamos dispuestos a aceptarlo. A María le
dan incluso hasta el nombre: Emmanuel. Nombre que quizás no entienda, no
comprenda, y casi no asume, pero en el fondo es “Dios con nosotros”.
Eso es la navidad.
Dios con todos y con cada uno de nosotros. El Emmanuel es el premio a la
aceptación de un mensaje sin condiciones. El Emmanuel es asumir que Dios se
hace como cada uno de nosotros y al que nosotros no hemos de ponerle
condiciones. Dios, como dador del premio, nos marca las condiciones de la
aceptación: humildad, sencillez, corazón abierto, brazos extendidos en señal de
acogida…. Y como ejemplo una minúsculo pueblo donde ha tocado la lotería:
Belén, un pesebre, una cuna, gente sencilla… si es que no hace falta más.
Malo es cuando la
navidad cae en manos de los especuladores comerciales y nosotros somos
cómplices de los mismos. Malo es cuando la Navidad es utilizada de una manera
monetaria y nosotros contribuimos a que eso siga por el mismo camino. Por la
sencillez, han llegado a dudar hasta de Belén, :”pero es que de Belén puede
salir algo bueno”. Pues sí.
Amigos, es la
fiesta de Dios en cada uno de nosotros. Vivimos en un mundo donde vamos
arrinconando lo que creemos que ya no sirve. Nos olvidamos que las mejores
fotos son aquellas que ya tienen un color amarillo por lo que representan y por
el tiempo que tienen. No nos olvidemos que la navidad tiene que tener cada vez
más color, figura, rostro, gesto… la navidad es humana.
Pensemos en los de
cerca y en los de lejos. Pensemos en los que se van y en los que son obligados
a irse. Pensemos en los que siempre están sumidos en la profunda soledad y
tristeza o incluso abandonados de los que decimos que tenemos que ponernos un
traje para sentarnos a la mesa porque la fiesta lo requiere. No perdamos de
vista el pesebre. No perdamos de vista a quien es puesto en él, puesto que nos
va a condicionar nuestra vida, nuestro testimonio y nuestro ser comprometido.
Disfrutemos
porque, como María, nos ha tocado la lotería. Nos ha tocado el Emmanuel.
HAGAMOS NAVIDAD.
Hasta la próxima
Paco Mira