Escribe Paco Mira:
PERO, ¿TODAVÍA HAY BODA EN
CANÁ?
Todavía se
sigue hablando de boda en Caná de Galilea. Todavía se sigue utilizando como
lectura en las escasas bodas que tenemos en nuestras parroquias. Probablemente
sea un texto que en algunos momentos se ha interpretado como real e histórico.
Quizás sea un texto en el que se resaltó la figura de María, del mayordomo, del
primer milagro de Jesús.... pero ¿qué nos dice a nosotros el texto fuera del
contexto nupcial?
Una parte importante de las páginas del
Evangelio nos muestra a un Jesús que se preocupa y se conmueve ante el dolor y
el sufrimiento de las personas. El dolor que sus ojos ven, los lamentos que
llegan a sus oídos, las lágrimas de los hombres y las mujeres tirados a la vera
del camino, la tristeza de los que han perdido a sus seres queridos o les ven
padecer una dolorosa enfermedad le llenan de ternura y compasión y se mueve a
hacer algo en su favor. Esos “hechos” son los signos o milagros y no son pocos
los que nos narran los evangelios: curaciones, expulsión de “demonios”,
alimentar a los hambrientos, volver a la vida, etc. La motivación de Jesús para
realizar estos signos maravillosos es evidente: le preocupan sus hermanos y le
duele el dolor de los que sufren, especialmente los últimos, que son sus
preferidos. No obstante, el que nos narra Juan este domingo parece que se sale
del molde: ¿qué necesidad urgente soluciona Jesús? ¿El que los paisanos de
Caná, que están disfrutando la fiesta, sientan que empieza a disminuir el vino
es suficiente para que Jesús haga una señal, es más, la primera señal?
Podríamos ver en el rostro de los anfitriones un poco de agobio al constatar su
falta de cálculo al proveer el vino para la fiesta, pero, ¿es suficiente
motivación para ese milagro?
Detrás de este primer signo, al parecer
no tan necesario como una curación, se nos revelan tres aspectos de la vida y
misión de Jesús que nos pueden interpelar para nuestra vida.
La generosidad sin límite. El pasaje del
Evangelio nos dice que los anfitriones de la boda se quedaron sin vino y, como
es obvio, su preocupación tuvo que ser grande pues había mucha gente invitada.
Jesús, que en principio se había mostrado reacio a hacer un signo para ayudar a
solucionar este impase, pues aún no había llegado “su hora” (término importante
en el Evangelio de Juan para referirse a la misión del Hijo. Recordad el inicio
del pasaje del lavatorio de los pies: habiendo llegado la hora de pasar de este
mundo al Padre…), hace un signo de una generosidad desbordante. Pide que llenen
de agua seis tinajas que harían, según el texto, unos 600 litros, suficiente
para emborrachar a toda la comarca de Caná. Dice el jesuita Hermann Rodríguez
que “cuando se da lo necesario es caridad, pero cuando se da lo que
estrictamente no se necesita, se llama generosidad” y aquí la de Jesús es sin
límite. Este signo nos revela una de las características fundamentales del modo
de proceder de Jesús: su amor sin límite a la humanidad le lleva a una
generosidad desproporcionada que ayuda a poner las condiciones para que el
hombre tenga vida y felicidad en abundancia. ¡Dios quiere que seamos felices!
El vino nuevo es mejor. El mayordomo se
sorprende ante la calidad del vino nuevo. Es que Jesús es el vino nuevo, en Él
se supera y se lleva a plenitud la ley y los profetas revelados en el Antiguo
Testamento. A partir de Jesús, la historia de la relación de Dios con la
humanidad no va ser desde la lejanía (ver a Dios era morir en el Antiguo
Testamento) sino desde la cercanía del Abbá, del Padre bueno que nos ama sin
límite en la persona de su Hijo amado como lo escuchábamos en el Evangelio del
Bautismo de Jesús.
María intercesora. Una palabra final
para destacar el papel de María en la vida y misión de Jesús. Ante la
respuesta, un poco tosca de Jesús, María no se descompone, asume su papel de
intercesora y, desoyendo a su Hijo, les da la clave para relacionarse con Él:
“Haced lo que él os diga…”. Una bella expresión para invitarnos a fiarnos de
Jesús, a acoger su forma de ser y estar en el mundo y con los hermanos, a hacer
de sus criterios nuestros criterios, en últimas, a hacer nuestros sus
sentimientos como decíamos al inicio.
Una pregunta para la
reflexión en esta semana: En nuestra vida, ¿hemos hecho alguna acción de
generosidad sin límite como la de Jesús? ¿Hemos ido más allá de dar lo necesario
para compartir con abundancia lo que somos y tenemos? ¿Hemos sido testigos de
este vino nuevo que es capaz de dotar de sentido la vida de quienes caminan con
nosotros? ¿Hemos sido, como María, facilitadores del encuentro de los otros con
Jesús?
Veo que por el momento sigue siendo
válida, la Boda de Caná y otras muchas más.
Hasta la próxima
Paco Mira