Escribe Paco Mira
EL CAMINO QUE LLEVA A BELÉN, ES....
PARA PROCLAMAR
Uno es nostálgico, lo justo. Si bien es
verdad que cuando se mira hacia atrás ve que se van dejando cosas, que
probablemente le gustaría que se hicieran ahora. Pero claro, ahora no es lo
mismo. Recuerdo precisamente las navidades. Creo que mi infancia no ha sido
mala y auque la situación sí lo fuera, a los niños no se nos notaba. Seguro que
en contra de lo que los sicólogos puedan decir ahora (a los niños no hay que
ocultarles nada). Mis Navidades eran de Belén, de árbol, de cena en familia y
sentados en una mesa, de un ambiente mágico por lo que le rodea la llegada de
sus majestades, de participaciones mínimas de loterías que en los bares le
regalaban a mi abuelo, de compras de figuras del belén que todos los años se
aumentaba..... Hoy, vamos de prisa, corriendo, de montar un belén tarde y
cuanto antes mejor.... No sé lo que prefiero si lo de antes o lo de ahora.
Los villancicos entran en el kit
navideño. Uno de ellos cantaba Rafael que "el
camino que lleva a Belén, baja hasta el valle que la nieve cubrió". Y
me da la impresión que la nieve tiene mucha culpa de lo que cubre y que
probablemente no vemos o no queremos ver. No hace mucho llegaba la policía a
nuestra iglesia y preguntaba si había una manta para un hombre que en una noche
de frío, estaba descamisado y le iba a dar algo. Recuerdo que le pregunté a los
guardias si los servicios sociales municipales no tenían un plan para
contingencias como estas, me dice que no. ¡Cómo cubre la nieve, las miserias de
unos impuestos que no tienen calderilla para dar cobijo en una noche fría a
quien - por los motivos que fuere - no tiene techo!.
Pero claro, el camino sigue bajando
hasta Belén. Y probablemente la nieve cubra edificios que solamente miramos por
el morbo de quien pueda estar dentro. Edificios a quien la sociedad ha dicho
que tienen que servir para la reinserción de quienes han cometido un delito o
una equivocación. Seguro que nosotros estamos deseando que ese tiempo sea
eterno e infinito. Como eterna e infinita es la sonrisa del apartado de la
sociedad y afincado en un humilde pesebre, cual celda de castigo social, porque
"en la ciudad no había sitio".
Y nuestro camino hacia Belén sigue
transcurriendo en medio de una nieve que no nos deja ver a tantas y tantas
familias que no llegan a fin de mes y tienen que acudir a caritas. Tienen que
tender la mano a una serie de voluntarios cuales pastores que acuden prestos a
un acontecimiento importante en la oscuridad de una cueva. Voluntarios que
acuden rápidos a las necesidades de muchos, mientras otros cenamos ajenos a los
avatares y problemas de muchos.
Nuestro camino hacia Belén va bajando
con nieve que nos ciega o nos deja sordos y no somos capaces de proclamar, como
María, cuando va a visitar a su prima Isabel, que Jesús de Nazaret no nace en
balde, no nace para que no se le tenga en cuenta. Nace desde la humildad del
ejemplo bien hecho y manifestado en un humilde pesebre. ¡Cómo sería la visita
de María, que su prima no dudó en afirmar a la madre de su Señor!.
Probablemente la nieve nos deja afónicos de la vergüenza al proclamar a Jesús
de Nazaret.
¡Qué fácil es felicitar la Navidad y
qué difícil es hacer navidad!. Les propongo que hagamos un reto todos: no
felicitemos la Navidad, HAGAMOS NAVIDAD.
Hasta la próxima
Paco Mira